Los discípulos no sabían si arrodillarse y adorar, o darse vuelta y salir corriendo. Algunos decidieron que el momento era demasiado bueno para ser vedad, y llamaron a Jesús fantasma. Cristo se podía haber ofendido. Después de todo, para salvarlos había pasado por el infierno, y ellos no podían diferenciar entre un don nadie y Él. Pero Jesús, que es muy paciente con los que dudan, extendió primero una mano y luego la otra. Entonces les hizo una invitación: «Palpad» Les pidió comida, y entre bocados de pez asado, inició la segunda lección bíblica del día: Después les dijo: «Recuerden lo que les dije cuando estuve con ustedes: Tenía que cumplirse todo lo que dicen acerca de mi los libros de la Ley de Moisés, los libros de los Profetas y los Salmos. Entonces les explicó la Biblia con palabras fáciles, para que pudiera entenderla»(Lucas 24:44-45). Nos damos cuenta que hay un patrón:
1) Jesús ve a dos hombres caminando pesadamente hacia Emaús, parecía que recién habían enterrado a su mejor amigo. Cristo los alcanza o se transporta hacia ellos…no lo sabemos. Él habla del huerto del Edén y del libro de Génesis. Lo que sigue es que comen juntos, los hombres sienten calor en su corazón, y sus ojos son abiertos.
2) Jesús les hace una visita a los cobardes leones del aposento alto. No llega como Superman, volando por el cielo. Sino una visita cara a cara, en la cual les dice que toquen sus heridas. Se sirve la comida, les enseña la Biblia, los discípulos hallan valor y nosotros encontramos dos respuestas prácticas a la pregunta crítica: ¿Qué es lo que Cristo quiere que hagamos con nuestras dudas?
¿Su respuesta? Toca mi cuerpo y media en mi historia. Y ¿sabes? Todavía lo podemos hacer. Todavía podemos tocar el cuerpo físico de Cristo. Nos encantaría tocarlo y sentir la carne del Nazareno. Cuando nos relacionamos con la Iglesia, hacemos eso. «La cual (la iglesia) es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo» (Efesios 1:23). Las preguntas pueden convertirnos en ermitaños, llevándonos a escondernos. Pero la cueva no tiene respuestas. Cristo imparte valor a través de la confraternidad. Él nunca deposita todo el conocimiento en una persona, sino que distribuye las piezas del rompecabezas entre muchos. Cuando entretejes su conocimiento con el mío, y compartimos nuestros descubrimientos con ellos… Cuando confraternizamos, nos unimos, confesamos y oramos, Cristo nos habla. La unidad de los discípulos nos enseña. Ellos permanecieron juntos. Aun cuando sus esperanzas habían sido devastadas, todavía estaban agrupados en una comunidad en la que compartían sus creencias.
[quote align=»center» color=»#0CE879″]La vida es una empresa peligrosa. Pasamos nuestros días a la sombra de inquietantes realidades. El poder de aniquilar a la humanidad parece haber sido colocado en las manos de personas que se sienten felices de hacerlo.[/quote]
La vida es una empresa peligrosa. Pasamos nuestros días a la sombra de inquietantes realidades. El poder de aniquilar a la humanidad parece haber sido colocado en las manos de personas que se sienten felices de hacerlo. Las discusiones de un ataque global inspiraron a un niño a rogar: «Por favor, mamá, ¿podemos ir a algún lugar donde no haya cielo?». Si la temperatura global aumenta unos pocos grados…si información clasificada cae en manos siniestras…si la persona equivocada toca el botón equivocado… ¿Y qué si las cosas empeoran? Cristo nos dice que empeorarán. Él predice que habrá dificultades espirituales, desastres ecológicos y persecución en todo el mundo. Y, en medio de todo eso, afirma que la valentía todavía es una opción. Las cosas van a empeorar, se van a poner malísimas, antes de que mejoren, y cuando las condiciones empeoren, «procuren no alarmarse». Jesús escogió un término fuerte para alarmarse que no usó en otras ocasiones. Quiere decir «gemir, gritar fuerte», como si aconsejara a sus discípulos: «No pierdan la cabeza cuando sucedan cosas malas».
Los discípulos estaban haciendo mucho aspaviento en cuanto a los edificios del templo de Jerusalén. Impresionados con las enormes piedras talladas (algunas de ellas de ocho metros de largo) sus seguidores aplaudieron la impresionante estructura con su mármol veteado que parecía las olas del mar. Jesús no estaba tan impresionado. Les dijo: ¿Veis todo esto? “De cierto os digo que no quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada» (Mateo 24:2). Imagínate a alguien prediciendo el colapso de la Casa Blanca, del Palacio de Buckingham o el Museo del Louvre. ¿No querrías algunos detalles? Los discípulos si los quisieron. «Dinos, cuando serán estas cosas, y ¿qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo? (v.3). Estado sentado en el monte de los Olivos, con la ciudad de David a plena vista, Jesús pronunció una advertencia estilo «abróchate el cinturón de seguridad, no estoy bromeando, la vida puede ser fatal para la salud». Comenzó con: «Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: «Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán». Fíjate en la aparición doble de la palabra “muchos”. Muchos engañadores y muchos engañados. Las iglesias son recipientes para el cultivo de bacterias para los egoístas, que solo se preocupan por sí mismos y se disfrazan de ministros de Dios.
Lo hacen «en su nombre» adjudicándose una posición especial, una espiritualidad superior. Se jactan de tener información privilegiada y adornan sus enseñanzas con frases como: «Dios me lo dijo…», » Dios me habló», «Dios me guio». Se presentan como gurúes religiosos, que saben descifrar los códigos secretos, miembros de un círculo íntimo, dando a entender que tienen acceso a conocimiento que no está disponible para la persona común y corriente. Algunos aún se colocan en la posición del propio Jesús diciendo: » Yo soy el Cristo». No dejes que te engañen, advierte Jesús. No te dejes atraer por las apariencias astutas, la oratoria elocuente, o las actuaciones. Más adelante, en el mismo Sermón Jesús dijo: «Se levantan falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos» (Mateo 24:24). Multitudes y milagros. Grandes audiencias y obras espectaculares. Muchísima gente. Muestras de poder. Cuando las veas, ten cuidado. Las cantidades grandes no quieren decir que la fe sea verdadera. No te dejes impresionar por el ruido, ni la pandereta, Satanás las puede falsificar.
[quote align=»center» color=»#0CE879″]Ten presente que Cristo viene.[/quote]
Pastora Iris N. Torres Padilla
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