El primer compromiso de Jesús era con su conciencia, no con el ambiente social. No distorsionaba sus pensamientos ni buscaba dar respuestas para agradar a las personas que lo rodeaban. Por ser fiel a sí mismo, casi siempre se involucraba en enredos y ponía su vida en gran peligro. Consideraba la fidelidad a su conciencia más importante que cualquier tipo de acuerdo o comportamientos disimulado. Aquel que fue fiel a su conciencia y que enseñó a sus discípulos a caminar humildemente por el mismo camino, recibió un golpe por la espalda. Judas no aprendió la lección, fue infiel a su conciencia. La traición fue el segundo sufrimiento por el cual Cristo pasó. Su copa no comenzó en la cruz, sino en el jardín del Getsemaní
Ahora llegamos al tercer sufrimiento vivido por Cristo. Después de que Judas lo traicionó con un beso, fue arrestado y todos sus discípulos lo abandonaron. Él anticipó ese episodio. Había dicho: «Heriré al pastor, y las ovejas serán dispersas»(Marcos 14:27). Imagine las largas caminatas que Jesús hizo con sus discípulos. Cuantas veces subieron juntos al Monte de los Olivos o entraron a un barco a la orilla del mar para oírlo enseñar a las multitudes con palabras elocuentes. Cuántas veces impulsados por la fama de Jesús, los discípulos discutieron entre ellos quien sería al mayor a la venida de su reino, pensando que se trataba de un imperio terrenal. Ante tanta gloria disfrutada por el Carpintero de Nazaret, solamente se esperaba una reacción de sus seguidores: «Jamás te abandonaremos». Tal como lo afirmó Pedro con convicción:
[quote align=»center» color=»#336699″]»Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré»(Mateo 26:35).[/quote]
Es fácil apoyar a alguien fuerte. Es fácil creer en alguien que está en la cumbre de la fama. Pero la fama es una de las trampas más seductoras de la modernidad. Muchos se fascinan con los elogios, pero con el paso del tiempo terminan con la soledad siendo su más íntima y amarga compañera. Necesitan tener siempre a alguien a su lado, pues no saben convivir consigo mismo.
Cristo sabía que un día los discípulos lo abandonarían, que en el momento que dejase de usar su poder y fuera tratado como un criminal, ellos se alejarían. Realmente, en ese último momento nadie tuvo el suficiente coraje para permanecer a su lado. Todos aquellos jóvenes galileos que aparentemente eran tan fuertes, se mostraron frágiles. Fueron vencidos por el miedo; pero el Maestro no desistió. Tenía planes para ellos, por eso su desafío y su objetivo fundamental no era castigarlos cuando se equivocaban, sino conducirlos a un viaje al interior de sí mismos y transformarlos por dentro.
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