¿Tuvo Cristo un ataque de pánico en el jardín del Getsemaní?  El síndrome del pánico es la enfermedad ansiosa que más sufrimientos produce en la psiquiatría. Ataca a personas de todos los niveles sociales. El perfil psicológico de los que tienen tendencia a desarrollar el síndrome del pánico se caracteriza por hipersensibilidad emocional, preocupaciones excesivas por el propio cuerpo, supervaloración de las enfermedades, exceso de introspección, dificultad en lidiar con dolores y frustraciones, hiperproducción de los pensamientos anticipatorios. El síndrome del pánico es capaz de atacar a las mejores personas de la sociedad. Cristo no tenía un perfil psicológico caracterizado por preocupaciones exageradas de enfermedades o de su cuerpo, no vivía en función de pensamientos anticipatorios, ni era hipersensible. Cristo logró combinar dos características irreconciliables de la personalidad: la seguridad y la sensibilidad emocional.

Cristo no sufrió un ataque de pánico en el jardín del Getsemaní. Él presentó diversos síntomas psicosomáticos y una emoción tensa y angustiada, pero no sintió miedo de morir. A lo largo de su vida pública, expresó varias veces muchos pensamientos que despertaron la ira de sus enemigos, corriendo el constante riesgo de que lo mataran. En aquella noche fatal, la ansiedad del Maestro no se relacionaba con el miedo a la muerte, sino a la forma de muerte y a la posición que debía asumir en cada una de las etapas de su sufrimiento. Vemos que hablaba con naturalidad acerca de la muerte, dejando entrever que ella abriría las ventanas de su libertad. Las biografías de Cristo indican que hacía muchos milagros. Pero estos no eran para sanar el alma, la personalidad. Era el contacto con Jesús lo que producía un inmenso placer y libertad, un intenso cambio interior que necesitaba crear raíces poco a poco en los tortuosos territorios de la vida. De lo contrario, el cambio seria superficial y se evaporaría al calor del día, al enfrentar las inevitables dificultades. Fue con ese objetivo que relató la parábola del Sembrador. La semilla que fructificó fue aquella que cayó en tierra (alma) fértil, la que permitió la creación de las raíces.

[quote align=»center» color=»#777777_CODE»] ¿Por qué Jesús no sanó la fragilidad de Pedro, impidiendo que lo negara, ni tampoco evitó el sueño estresado de sus amigos?[/quote]

La personalidad necesita de transformación, no de milagros. Desarrollar el arte de pensar, aprender a filtrar los estímulos estresantes, invertir en la sabiduría en los inviernos de la vida, son funciones nobilísimas que no se conquistan fácilmente, ni en poco tiempo. Si un milagro pudiera expandir la inteligencia y solucionar los conflictos psíquicos, ¿Por qué Jesús no sanó la fragilidad de Pedro, impidiendo que lo negara, ni tampoco evitó el sueño estresado de sus amigos? Noten que, hasta para aliviar su propio dolor, Cristo evitó los milagros. Nos gustaría evitar rápida e instantáneamente nuestros sufrimientos. Pero no tenemos éxito. No existen herramientas para eso. Es necesario aprender del Maestro a realizar un viaje introspectivo, enfrentar el dolor con osadía y dignidad y usarlo para formar nuestras almas.

 

[quote align=»center» color=»#666666_CODE»]Ten presente que Cristo viene.[/quote]

Pastora Iris N. Torres Padilla