Siempre que Cristo preveía un acontecimiento frustrante relacionado con sus discípulos, tenía por lo menos cuatro grandes objetivos.
Primero, aliviar el propio dolor. Al prever anticipadamente la frustración, adquiría defensas emocionales para protegerse cuando ella ocurriese. Él no se sorprendió cuando lo abandonaron los discípulos. Él amaba y se entregaba a los seres humanos, pero no esperaba mucho de ellos. Nada protege más la emoción que disminuir la expectativa que tenemos en relación a las personas que nos rodean. Cuando esperamos demasiado de ellas tenemos grandes posibilidades de decepcionarnos. Ver a todos sus discípulos avergonzados y huyendo con miedo como niños frágiles era una escena difícil de soportar. Con todo, por el hecho de haber previsto el comportamiento de ellos, Cristo ya se había preparado para aceptar el abandono y la soledad. ¿Cómo sabía que los discípulos lo abandonarían? Independientemente de la condición sobrenatural que le permitía revelar hechos, Cristo era alguien que lograba comprender las reacciones más ocultas en lo íntimo de la inteligencia. Por eso sabía que sus discípulos serian vencidos por el miedo y no conseguirían gobernar sus propios pensamientos y emociones en el momento de estrés.
El segundo objetivo de Jesús era no desanimar a sus discípulos, sino prepararlos para que siguieran sus historias. Al prever que Pedro lo negaría y que los discípulos lo abandonarían, el Maestro quería mostrar que no exigía nada de ellos. Aunque tenía derecho, pues les enseñó por tres años y medio lecciones poco comunes, no lo hizo. Por el Maestro de maestros de la escuela de la vida, sabía que superar el miedo, vencer la ansiedad y aliviar los dolores de la existencia eran las lecciones más difíciles de la vida. El periodo en que convivió con sus discípulos era insuficiente para que hubieran aprendido tales lecciones. Por eso el Maestro tenía esperanza de que la semilla que había plantado dentro de ellos germinase y se desarrollase durante el trayecto de sus vidas.
En tercer lugar, Jesús quería mostrarles a sus amigos que no se conocían a sí mismos y que necesitaban madurar. Pedro afirmó categóricamente que jamás lo abandonaría, y todos los discípulos también hicieron un pacto de amor. Cristo era profundamente sabio, pues estaba consciente de que la declaración de ellos era incompatible con la práctica. Sabía que el comportamiento humano cambia ante los estímulos estresantes. En algunos casos cubrimos la inteligencia de tal forma que paralizamos la capacidad de pensar, lo cual nos deja la memoria en «blanco». En diversos temas del evangelio, el Maestro da entender que conocía íntimamente la dinámica de la inteligencia. Sabía que cuando uno se siente amenazado, la lectura de la memoria disminuye y las reacciones delatan las intenciones. Es más, nos encanta la serenidad cuando estamos tranquilos, pero cuando estamos angustiados, vivimos una cárcel emocional. Tenemos grandes dificultades para organizar los pensamientos y reaccionar con lucidez y seguridad. El Maestro usó el propio dolor que los discípulos le causarían para conducirlos a un examen interior y llevarlos a comprender mejor la vida. ¿Qué otro maestro se sacrificó tanto para enseñar a sus discípulos? Él los amaba intensamente. Nunca los abandonaría, aunque ellos lo abandonasen.
[quote align=»center» color=»#BC7EA0″]Al prever el comportamiento de todos (abandono), de Judas (traición) y de Pedro (negación), quería sobretodo protegerlos, educarlos y darle condiciones para que retomasen el camino de regreso. Por desdicha, Judas no regresó.[/quote]
Finalmente, Jesús quería prepararlos para que no desistiesen de sí mismos, a pesar de sus errores. Deseaba que no se hundiesen en los sentimientos de culpa y en el desánimo. Sabía que se pondrían angustiados cuando se diesen cuenta de que lo habían rechazado. Al prever el comportamiento de todos (abandono), de Judas (traición) y de Pedro (negación), quería sobretodo protegerlos, educarlos y darle condiciones para que retomasen el camino de regreso. Por desdicha, Judas no regresó. Desarrolló un profundo sentimiento de culpa y una reacción depresiva intensa que lo llevaron al suicidio. Pedro quedó extremadamente angustiado, pero regresó, aunque en medio de lágrimas. Por increíble que parezca Jesús era una persona tan profunda y preocupada por sus amigos íntimos, que cuidaba hasta el sentimiento de culpa de ellos antes que surgiese. No creo que haya habido un hombre con preocupaciones tan lúcidas y refinadas colmo el Maestro de Galilea. Los educadores, los padres e incluso los ejecutivos de las empresas se preocupan por corregir los errores inmediatos, rehacer las rutas del comportamiento. Jesús, al contrario, se preocupó por conducir a sus discípulos a que desarrollasen el arte de pensar, aunque fuera a expensas de los más horribles errores. Aunque se sintieran culpables, ya había preparado el remedio para aliviarlos.
[quote align=»center» color=»#666666″]No olvides que Cristo viene.[/quote]
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