“¿Por qué quieres seguir cargando con algo que no necesitas cargar? Dale un minuto al Señor; ¡Él quiere entrar a tu corazón!” Las palabras del hermano César Rosado convencieron a hombres, mujeres y niños que se detuvieron a recibir una oración en nuestro servi-carro en la UMET. Ciertamente, como dice en Mateo 11:28, “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”, es la invitación perfecta para un día que para ti puede ser común, pero para el Señor es de salvación.

Sí, Jesús está dispuesto a alcanzar a todos. El Caballero de la Cruz extendió sus manos para sanar, salvar, y libertar, sin importar tu condición física, ni tu estatus social. El Señor salió al encuentro de más de 200 personas que se detuvieron a pedir oración. Así como transformó la vida de jóvenes como Fernando, quien testificó cómo Jesús salvó su vida de lo más profundo y sucio, Él puede hacer un cambio radical con el poder de una oración.

No hay nada que pueda detener que Dios haga un milagro en tu vida. Un minuto es todo lo que Él necesita para comenzar una historia de poder en lo que antes el mundo pudo considerar perdido. Ese mismo minuto – hoy tú que lees –  es el que te exhorto que dediques al Señor para que veas la mano de Dios obrar a favor de tu vida.