La asertividad es una habilidad social que se ejerce desde el interior de la persona. Se define como la habilidad para ser claros, honestos y directos, diciendo lo que se quiere decir, sin herir los sentimientos de los demás, ni menospreciar a las otras personas, solo defendiendo sus derechos. Visualizémoslo de esta manera: en el centro se encuentra la asertividad, y en los extremos a un lado y a otro de ella, se encuentran la pasividad (nada te afecta) y la agresividad (tienes poco temperamento y a la mínima provocación atacas). La asertividad es una cualidad que se debe trabajar y cultivar día a día.

¿Cómo y cuándo empezamos a hacerlo?

Las personas asertivas saben lo que quieren y hacia dónde van; están seguras de sí mismas y tienen un nivel alto de autoestima y autoconfianza.  Estas personas establecen una comunicación clara y directa con los demás, en otras palabras, no divagan en lo que quieren decir. Son proactivas buscando continuamente sus objetivos, metas y aceptan las limitaciones u obstáculos que tanto los elementos como las personas en algún momento pueden interponerles. Así debemos ser los cristianos, ser personas directas y verticales cuando se trata de llevar el buen mensaje, que es la palabra de Dios. Proponte desde hoy, si no eres asertivo, a ser diferente y, si no conoces a Cristo, te invito a que seas diferente y que la gente lo note. Porque nuestro fin es llegar a la eternidad de Dios unidos como un solo pueblo, una sola iglesia, un solo cuerpo. “Y Él dio a algunos {el ser} apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo» Efesios 4:11-12