Cuando aquel hombre dócil y valiente le pidió a Dios que alejase aquella copa, actuó de la forma más incomprensible de toda su historia. Con esas palabras, como vimos, vivió el arte de la autenticidad. Pero por otro lado, esa actitud podría comprometer la adhesión de nuevos discípulos, pues es propio de la fantasía humana desear conectarse a alguien que nunca exprese debilidad. Algunos ven en esa actitud de Cristo fragilidad y vacilación, cuando en realidad es la más bella poesía de libertad. Su comportamiento manifiesta que si lo hubiera querido, podría haber evitado su copa; sin embargo la tomó libre y conscientemente. Sus palabras revelan que Jesús no representaba una dramatización, sino que quería ser Él mismo, y por eso relató sin ningún disfraz lo que se acaba en el escenario de sus emociones. Jesús de Nazaret era tan grande y desprendido que no tenía ninguna necesidad de fingir lo que sentía. Nosotros, al contrario, no pocas veces disfrazamos los sentimientos, pues tenemos miedo de ser reprochados y excluidos del ambiente en que vivimos. Estudiar la mente de Cristo es algo muy complejo. Con frecuencia sus actitudes están ocultas a los ojos de la ciencia, pues pertenecen a una esfera que no puede ser investigada, la esfera de la fe. Pero no nos tenemos que quedar con las manos cruzadas, aún es posible extraer tesoros escondidos en sus pensamientos.

Las reacciones de Cristo eran sencillas y el poder descomunal que demostraba se equilibraba perfectamente en la «balanza» de la sabiduría y del buen sentido. Las ideas de grandeza son frecuentemente incompatibles con la salud síquica. Si analizamos la historia de cualquiera persona que deseó compulsivamente el poder y la exaltación suprema, que siempre se empeñó por estar por encima de los demás, encontraremos en su personalidad algunas características enfermizas, como la incoherencia, la impulsividad, actitudes autoritarias, y una inmensa dificultad de ponerse en el lugar de los otros y percibir sus dolores y sus necesidades. Algunos por amar obsesivamente el poder se vuelven paranoicos; otros psicópatas; y otros aun, dictadores violentos. Los dictadores con tales características siempre violaron los derechos de los demás, pues nunca lograron ver el mundo a través de los ojos de ellos. Tomemos a Hitler como ejemplo. Un análisis de su historia consta que tenía una mente perspicaz y persuasiva asociada a un delirio de grandeza, ansiedad, irritación intelectual y exclusión social. Aun derrotado, se percibía en él una persona inflexible, incapaz de reconocer ni un poco sus errores ni de poseer sentimientos altruistas. Al final de la guerra, poco antes de suicidarse, se casó con Eva Braun. La incoherencia no está en ese matrimonio que aparentemente podría representar un momento de afecto, sino en el hecho de que se casaron confesando que eran «arios puros». Con eso aun estando a las puertas de la muerte, sacudía el holocausto judío y perseguía su desquiciada y científicamente débil purificación de la raza.

[quote align=»center» color=»#562017″]Sus palabras revelan que Jesús no representaba una dramatización, sino que quería ser Él mismo, y por eso relató sin ningún disfraz lo que se acaba en el escenario de sus emociones. Jesús de Nazaret era tan grande y desprendido que no tenía ninguna necesidad de fingir lo que sentía.[/quote]

Jesús también tuvo ideas de grandeza inconcebibles. Se situaba por encima de los límites del tiempo. Decía que era el Cristo, el Hijo del Autor de la existencia. Mencionada una indestructibilidad jamás expresada por un ser humano. No obstante, al contrario de todos los hombres que amamos el poder, prefería la sencillez y la humildad. A pesar de expresar un poder raro, jamás excluyó a nadie. Amaba a los judíos con una pasión ardiente y, exceptuando la cúpula del poder, ellos igualmente lo amaban. Para la felicidad de los leprosos, de las prostitutas y de los ruidosos niños, Aquel hombre que mostraba su grandiosidad buscaba a las personas más sencillas para relacionarse. Podía usar su poder para controlar a las personas y poner al mundo bajo sus pies. Pero recuerde que sus gestos estaban siempre llenos de humildad, rebajándose y lavando los pies a hombres sin privilegios sociales. El amor que lo movía sobrepasaba los límites de lógica. La psicología no consigue investigarlo ni analizarlo adecuadamente, pues su personalidad es muy diferente a lo común y corriente.

[quote align=»center» color=»#562017″]Recuerda que Cristo viene.[/quote]

Pastora Iris N. Torres Padilla