En una sociedad que coloca cargas que el varón no puede llevar, «qué difícil es ser varón», comenzó hablando la Pastora Iris N. Torres Padilla en «Hablemos… Hombre esforzado», actividad solo para los varones de la casa, celebrada el viernes 23 de enero.

La vida está hecha de momentos y jamás uno fue idéntico al otro. Las cosas materiales y todo lo demás por lo que luchaste te podrás llevar cuando llegue el momento de partir porque todo le pertenece a Dios. La vida es temporal, sin embargo, unos viven como si se fueran a quedar aquí eternamente. El valor de las cosas está en la intensidad con la que suceden, no en cuánto tiempo duran. Procura diligentemente presentarte a Dios aprobado como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que traza bien la palabra de verdad.  La fortaleza de un hombre no está en lo fuerte de sus brazos sino en lo fuerte que abraza. La fortaleza de un hombre no es cómo lo valoran en su trabajo sino cómo lo valoran en su hogar. La fortaleza de un hombre no está en su cabello, sino en su corazón. La fortaleza de un hombre no está en el peso que pueda levantar, sino en la carga que pueda llevar a cuestas. La fortaleza de un hombre no está en confiar en su propia prudencia, sino en su confianza plena en Dios», expresó.

Tres hombres de la Biblia que cometieron errores pero Dios nos habla a través de ellos:

1. Eli- era sumo sacerdote y era privilegiado porque podía entrar al lugar santo a ofrecer ofrenda de expiación. Tenía un problema: era débil de carácter. Estaba envuelto en la obra, pero Dios estaba apartado de su casa. La relación con Dios se debilitó porque sus hijos le causaban vergüenza y tristezas. La debilidad de Eli provocó el silencio de la boca de Dios. Pero antes que la lámpara de Dios se apagase, Dios llamó a Samuel. Su fin: sus hijos murieron por la mano de Dios y al recibir la noticia se cayó hacia atrás y murió con el cuello quebrado.

Cuídate de la debilidad de carácter. Carácter es posiciones claras, voluntad firme y férrea para hacer lo correcto.   Un hombre sin carácter perderá su vida y sus hijos. ¿Cuántos cadáveres viven por las calles?

2. Jefté- era bárbaro, asesino y los líderes del pueblo de Dios lo expulsaban porque era sangriento. Fue a la guerra bajo sus propias condiciones. Antes de ir, hizo una oración que no debía haber hecho. El creía en el sacrificio humano a sus dioses y le prometió a Jehová que, si le permitía ganar la guerra, le sacrificaría a la primera persona que saliera a recibirlo cuando llegara a la casa de la guerra. Lamentablemente, cuando llegó, lo recibió su hija, aquella que amaba y tuvo que cumplir su voto.

Él fue a la guerra, pero era demasiado de impulsivo. Esta es la persona que habla y actúa sin pensar, movido por emociones.   Nuestra impulsividad puede acarrear muerte para los nuestros.  La impulsividad nos hace prometer cosas que no vamos a cumplir.

3. David – este no era débil de carácter ni era impulsivo. Sin embargo, lo que hacía mal lo reconocía y estaba hecho conforme al corazón de Dios. Lo que lo hacía diferente a los demás era su corazón Aquel que no es impulsivo y no es débil, ese es conforme al corazón de Dios. Aunque Dios le perdonó la vida, la espada de Dios no se apartó de su casa pero aun la crisis no lo movió. Fue tan grande el compromiso de Dios con David que pertenece al árbol genealógico de Cristo.

«El hombre con carácter reconoce sus errores. Tienes que tener carácter porque estamos enfrentando los peores momentos de la historia de la humanidad. Pronto la iglesia será arrebatada. Eres necesario para la vida de tus hijos porque es el varón quien forma el carácter del hijo.

Ten carácter, huye de la impulsividad y sé conforme al corazón de Dios. Dios te lanza un reto, pero la decisión la tomamos nosotros», finalizó.

Haz de mi casa, tu casa… Mi Casa es la CASA de TODOS