“Habló Jehová a Moisés, diciendo: Di a los hijos de Israel que den la vuelta y acampen delante de Pi-hahirot, entre Migdol y el mar hacia Baal-zefón; delante de él acamparéis junto al mar.” (Exodo 14:1-2)

«En la vida vamos a encontrar callejones sin salida. No hablé de caminos, hablé de callejones. Un predicador dijo: preocuparse es poner signo de interrogación, donde Dios colocó punto final. Otro predicador dijo: «La preocupación es una forma de ateísmo, porque revela la falta de fe y confianza en Dios.» Así que yo le pregunto: ¿Quién aquí se ha preocupado? Para algunos de nosotros, la preocupación es tan natural como el respirar. A nosotros se nos compara con ovejas, la Biblia nos compara con ovejas. Estas se asustan de cualquier cosa. Esto no es una cualidad que Dios colocó en nosotros.  Él quiere que tú y yo digamos: «Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo…» (Salmos 23:4) Si Dios colocó punto final, ¿por qué yo me voy a preocupar? Si la Biblia dice: por más que te afanes no podras añadir a tu estatura un codo. El preocuparse te drena, te detiene, y el preocuparse exescesivamente te mata. ¿Sabe por qué? Porque la preocupación tiende a traer a tu vida miedo y temor. El temor agarra con facilidad. Preocupaciones como: no sé de mis hijos, no tengo dinero para pagar el alquiler de mi casa, estoy enfermo, perdí mi trabajo. Cuantas preocupaciones son el pan nuestro de cada día. No estoy diciendo que en algún momento no te preocupes, pero la preocupación no puede llegar a tal grado que te venza y que haga la palabra de Dios inválida en tu vida. Sobre toda preocupación, Dios está. Sobre toda crisis, Dios está. Sobre todo problema, está su palabra. «Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.» (Isaias 40:8) Ten calma si te encuentras en un callejón sin salida. Ten calma, porque tu Dios se deleita en lo imposible. Deja que Dios obre. No tengas miedo. Quédate quieto. Vive un día a la vez. Paso a paso, momento a momento. Él estará en cada paso. Su presencia estará contigo, pero hará las cosas a su manera. Así que, toma tu crisis como un ejercicio de fe para tu alma. Ten fe, porque esta vive en una promesa. Él vendrá a tu encuentro. Él vendrá en mi crisis. Vendrá y me rescatará. No dejará para siempre caído al justo. Él viene. Alaba, sé agradecido. ¿Sabes por qué? Porque el mar se abrirá.

Abrázate a la promesa de Dios y no te sueltes. 

 

Pastora Iris N. Torres Padilla