Muchos hombres ilustres también sufrieron depresión a lo largo de la vida. Freud tuvo crisis depresivas. En una de sus cartas a sus amigos, dijo que estaba deprimido y que la vida para él había perdido el sentido. El torbellino de ideas que pasaban por su mente, los pensamientos negativos acerca de la existencia, el peso de las perdidas y otros factores terminaron dejándolo deprimido en los años posteriores. La cultura psicoanalítica no lo libró de su miseria interior. Hebert Spencer, un gran pensador inglés del siglo XIX, cierta vez comentó que no valía la pena vivir. Durant, historiador de filosofía, intentó defenderlo. Comentó que Spencer «Veía tan lejos que las cosas cercanas no tenían sentido para él» esa defensa es muy incompleta. No es por el hecho de haber sido un gran pensador que Spencer perdió la capacidad de sentir placer. Entre las causas interiores se debe notar que él desarrolló el mundo de las ideas, pero despreció poco a poco el arte de contemplar lo bello en los pequeños detalles de la vida.

En realidad no fueron pocos los pensadores que vivieron una vida angustiante. Caminaron por el mundo de las ideas, pero no aprendieron a caminar en el mundo de las emociones. De este modo perdieron el sentido de la vida, el placer de vivir. Fueron frágiles esos hombres? Es difícil juzgar a alguien sin ponerse en su lugar y compenetrarse con los detalles de la vida. Todos tenemos nuestras fragilidades y pasamos por avenidas difíciles de caminar. La vida humana posee pérdidas imprevisibles y variables, difíciles de administrar. Algunos pensadores se volvieron muy negativos, como Voltaire, Schopenhauer, Nietzsche. Se hundieron en el torbellino de las ideas, pero descuidaron los pequeños acontecimientos que le dan sentido a la vida. No supieron irrigar sus emociones con los litros de los campos sobre los cuales el carpintero de Nazaret habló a sus discípulos.
[quote align=»center» color=»#BC7EA0″] Se hundieron en el torbellino de las ideas, pero descuidaron los pequeños acontecimientos que le dan sentido a la vida.[/quote]
Cristo habló acerca de los misterios de la existencia como ningún filósofo jamás lo hizo. La eternidad, la muerte, la trascendencia de los dolores, la transformación de la naturaleza humana estaban constantemente en el mensaje de sus ideas. A pesar de tener un lenguaje intelectual complejo y ser drásticamente crítico del maquillaje social, de la falta de solidaridad y del carácter de las personas, exhalaba sencillez y placer. Grandes pensadores perdieron el sentido de la vida al desarrollar las ideas. No obstante, Cristo a pesar de ir tan lejos con el lenguaje de los pensamientos, aun encontraba tiempo para contemplar los lirios de los campos. Recordemos la actitud intrigante de Jesús en la gran fiesta judía. Se paró y declaró que será una fuente de placer para el ser humano. No piensen que al ambiente exterior era favorable. !No! era frío y amenazador. Los soldados, a pedido del Sanedrín, estaban allí para arrestarlo. Bastaba que abriese la boca para que lo identificaran. En ese ambiente turbado, declaró con gran naturalidad, que podía solucionar la angustia esencial que está en lo íntimo del alma humana. Los soldados perplejos regresaron con las manos vacías, pues dijeron: «¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!» (Juan 7:46). Es increíble pensar que Jesús habló del placer donde solo había espacio para el miedo y la ansiedad. 

[quote align=»center» color=»#BC7EA0″]Recuerda que Cristo viene.[/quote]

Pastora Iris N. Torres Padilla