De repente, ese momento en que cambia todo,

“Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.”

                                                                                                                        ~Hechos 2: 2-3

Bien dice en su palabra que, “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. […]” (Eclesiastés 3: 1-8).  Hay tiempos en específico para hacer transiciones de una etapa a otra, por lo tanto, los «de repentes» de Dios no son al azar.  Usualmente, los «de repentes» son antecedidos por el silencio de Dios, ese momento en que todo parece que no tiene solución, donde nos quedamos sin fuerzas o simplemente viene a nuestra mente el pensamiento de que estamos solos.  Nada más lejos de la verdad.  Este es el escenario perfecto, donde ya no somos nosotros, ni nuestro mérito y mucho menos nuestras fuerzas, sino la gracia y la misericordia de Dios obrando en nuestras dificultades, en los procesos y en nuestro carácter.  A través de su palabra, podemos identificar algunas cualidades de aquellos que cualifican para un «de repente» en sus vidas:

  • Los que esperan en las promesas (Hechos 1: 4)
  • Los que perseveran en la oración (Hechos 1: 14)
  • Los que permanecen juntos y unánimes /congregarse (Hechos 2: 1)
  • Los que van al aposento/ relación e intimidad (Mateos 6:6)
  • Los que están rodeados de imposibilidades (Hechos 16: 23-24)
  • Los que están rodeados de oscuridad (Hechos 16: 25)

A ti lector dirijo estas palabras; que tu realidad y lo que tus ojos ven, no limiten el poder de Dios y lo que él ya determinó para tu vida.

 

“Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.”

                                                                                                                        ~Hechos 16: 26