En un año en el que se nos insta a levantarnos y edificar, se hace necesario pensar qué nos falta para conseguir cumplir con dicho propósito. En todo trabajo que se ejecuta en equipo es indispensable la unidad. Cuando ello se obtiene nos levantamos, primeramente, ya que no se puede edificar si aún permanecemos distraídos, desenfocados, dormidos o caídos. Aquel que desea seguir a Cristo debe tomar su cruz. Nosotros los jóvenes, debemos tener muy presente que en nosotros está la fuerza (Proverbios 20:29), por tanto, debemos ser proactivos y actuar antes que otros.
Antes de edificar cualquier obra, es necesario determinar un costo. En nuestro caso, el costo ya fue pagado; costo que fue pagado a precio de sangre para darnos salvación. ¿Qué nos queda? Aprovechar las herramientas poderosas que descansan sobre nuestras manos. Usemos esa palabra que sobre los jóvenes ya fue depositada. Úsala y no pierdas tiempo.
Si aún no hemos comprendido el mensaje, miremos a Jesús. “En la cruz él diseñó un lugar que no fue edificado por mano de hombre. Edificó un propósito y un futuro para nosotros. Analiza por un momento todo lo que tuvo que entregar por ti. ¡Se despojó de su gloria!”, compartió Aníbal Morales mientras predicaba.
El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionara los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
~Efesios 4: 10-13
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