14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.15 A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos.17 Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos.18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.19 Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos.20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos.21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Mateo 25:14-21
Cada uno de nosotros tiene un talento especial, o varios, que Dios nos ha otorgado. ¿Cuál crees que es tu don o talento? Un talento es una capacidad intelectual o habilidad que tiene una persona para aprender las cosas con facilidad o para desarrollar con mucha habilidad una actividad. Para identificar nuestros talentos, primero debemos examinar nuestra vida, para saber qué cosas sabemos hacer mejor que otras. Es menester que hagamos una introspección y veamos qué temas nos interesan más, qué actividades gozamos mucho, y eso nos dará una idea de para qué somos buenos. En última instancia, sabremos para qué nos puso Dios en este mundo. Sí, porque cualquier cosa que hagamos puede manifestarse en la gloria de Dios. Si escribes, o pintas, o tocas algún instrumento; si eres bueno para las artesanías; si puedes arreglar artefactos. Si hablas bien, o eres un magnífico y atento escucha. Todos tenemos un talento, ya sea el saber bailar, cantar, danzar, estudiar, hablar, entre otros. ¡Qué hermoso es cuando podemos utilizar esos talentos para Dios! La lista puede alargarse infinitamente, y todas caben de manera perfecta en el plan de Dios para la salvación del mundo.
Lo que no es bueno hacer es guardarse los talentos para uno. Esto fue lo que hizo el último de los hombres a quienes el amo les dio los talentos. De alguna manera debemos poner a funcionar esos dones para el servicio de los demás. Sé de personas con talentos extraordinarios, pero que por excusas o pretextos parecidos a las de ese hombre de la parábola, dejan perder oportunidades inmensas de ayudar y bendecir. «Al que tiene se le dará», dice Jesús. Si oramos cada día con mayor fervor, poco a poco esa oración se hará mayor, más constante, más fuerte. Por ende, el cultivar las virtudes y los talentos debe ser nuestro norte. Y sobre todo, siempre con el prójimo en mente. Cuando hagamos un trabajo en el que seamos buenos, siempre hagámonos esta pregunta: ¿Cómo beneficia mi trabajo a mi prójimo?
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