El más grande acto de amor lo llevó a cabo Cristo, el día en que entregó su vida en la Cruz del Calvario, derramando su sangre para el perdón de nuestros pecados. Amor que puede ser experimentado cada día cuando nos encontramos a solas con Él, en nuestra habitación, en la intimidad. En ese lugar, donde Él nos espera de ante mano, no podemos esconder lo que somos.

«Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros «. Romanos 5:8
• ¿Cómo está tu habitación?
• ¿Qué tienes escondido?

​Ante un escenario tan común, tan normal, se vuelve una rutina el entrar y salir de nuestra habitación sin prestar atención a esos pequeños detalles que poco a poco nos van consumiendo. El orgullo, el desánimo, las inseguridades, los sueños enterrados, son solo algunas de las cosas que conviven con cada joven y adulto. ¿Por qué no entregar cada una de estas cosas para disfrutar plenamente de la visita del Señor? Limpiemos nuestra habitación, dejemos que Dios obre en nuestras vidas y que al final del día en nosotros esté su reflejo. Ante Él no existen máscaras que oculten lo que hay en nosotros, acerquémonos confiadamente a aquél que solo quiere hacernos bien.

 

escrito por: Loanette Morales Quintana