Iniciamos este Culto al Altísimo nocturno como de costumbre, con la oración. Oficiales de la Junta de Gobierno de nuestra casa y hermanos intercedimos por la iglesia, por el país, por sanidad y por las vidas. La oración es sumamente necesaria en la vida del creyente. Una vez culminda la parte, el grupo de adoración Tsarach entonó alabanzas al Dios de los cielos. El Señor habita en medio de la alabanza. El ambiente es transformado cuando entregamos todo en adoración a quien se dio a sí mismo por nosotros. ¡Gloria a su nombre por los siglos!
«El Señor está extendiendo su fuego de limpieza», comenzó nuestra Pastora. El fuego limpia, purifica y santifica. Esa santificación quema la paja, la cual es prototipo de pecado. Dios manifiesta el amor más puro cuando te dice: «te diseñé para la eternidad. Y como te diseñé para la eternidad, deseo sacar de ti lo que estorba que estés conmigo». ¿De qué vale encender una hoguera si no la voy a anteder? No puedes depender de ningún ministerio para servir a Dios. Necesitas una relación con Dios (Lucas 22:54).
Yo quiero ser siervo, discípulo, quiero acercarme al fuego. Toma la decisión. Cuando arrestaron a Jesús, Pedro le seguía de lejos. Cuando encendieron el fuego, se sentaron alrededor. Un discípulo de Cristo no se sienta con expectadores. No soy expectador; he conocido al Caballero de la Cruz. El lugar de Pedro era seguir a su maestro, no ser un expectador y sentarse con ellos. Al mirarlo, le dijeron «tú eres de ellos, te pareces a Él». El fuego se enciende para hacer su voluntad, para agradar a Dios. Tenemos que pedirle a Dios que transforme nuestro entendimiento (Mateo 25).
No puedes llegar al cielo por las oraciones de otros. Tienes que escapar por tu vida. Tienes que tener una relación personal con Dios. El aceite que Dios demanda tiene que ser genuino. Busca tu propio fuego espiritual. El único que da el aceite es Dios. ¿Estás manteniendo tu fuego ardiendo? ¿Atizas el fuego con la Palabra? El aceite en tu lámpara no puede disminuir. Vuelve a la fuente; la fuente es Cristo. ¡Cristo viene, Maranatha! Y como Él viene de camino, debemos ser como las vírgenes prudentes.
Muchos tienen lámparas, pero sin uso. La lámpara representa la acción de fe que cada creyente debe tener ante el Señor. Tengo que estar pendiente cuando el nivel de aceite comienza a bajar. Se enciende el fuego al orar, ayunar. Hay muchos cristianos cabeceando y durmiendo y no se dan cuenta que ya todo está cumplido. El apóstol Pablo durmió en la esperanza del arrebatamiento. Dios nunca llega tarde. Si Dios te esperó hoy es porque está esperando los que se han de convertir hoy, esperando que arregles tu vida; eso es amor.
Luego de la poderosa palabra predicada, se hizo un llamado. Los que deseaban que el aceite fuera renovado fueron ministrados. El aceite debe estar rebosando en nuestros corazones. De pronto comenzamos todos jutnos a adorar a nuestro Dios. Su presencia se dejó sentir de manera muy especial. Su aceite comenzó a llenar nuestras lámparas.
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