Los jóvenes nos reunimos en el primer piso una vez más con una actitud de adoración. La adoración es una de nuestras máximas expresiones de agradecimiento. Lo interesante es que no se circunscribe meramente a cantar u ofrecer alabanza, sino que mejor se puede definir como un estilo de vida. La adoración debe ser constante en nuestro haber cotidiano, no porque sea algo que pueda hacer en determinado momento; por el contrario, forma parte -íntegramente- de nuestro ser.

El grupo de adoración Voces de Sión, en esta noche, ordenó una lista de alabanzas para nuestro Dios. Cada canción tenía su propósito. Entre cada una de ellas, en algunas veces entre dos, jóvenes adoradores exponían unas pequeñas palabras de exhortación. Y las palabras selecionadas fueron forjadas de los más profundo de sus corazones, expresando consejo y cuidados respaldados por sus experiencias. Dios se hizo sentir en ellas de manera especial, y todos pudimos aprender de ellos.

Finalmente, la líder del grupo de adoración Voces de Sión, Claudia Ramírez, presentó una reflexión en torno a la vida de uno de los apóstoles más influyentes en el primer siglo de nuestra era. La vida del apóstol Pedro -paradójicamente- parecía estar plagada de contradicciones. Sin embargo, era una vida que fue impactada por un personaje que amaba pero que no entendía, y sus errores e impulsividad hicieron mella en su identidad respecto a este gran personaje: Jesús. Estas aparentes contradicciones no eran más que ilusorias, eran una lucha entre la humanidad y el deseo de agradar y amar más profundamente a Jesús. No obstante, Jesús le hizo saber que a pesar de sus errores, Él sabía que le amaba. Y Jesús le confiaba, ignorando sus debilidades, la dirección de una gran obra que habría de comenzar: la iglesia. Así mismo hace Dios con nosotros. Y nos pregunta Jesús de la misma manera: «¿Me amas? Apacienta, pastorea mis ovejas.» Vivamos una vida de adoración a Dios, al igual que el apóstol Pedro.

Le invitamos a que nos visites todos los viernes a partir de las 7:30pm en el primer piso de nuestra iglesia. Dios les bendiga abundantemente.

 

Mi casa es la casa de todos