Dando inicio al Año de Bendición, el día 13 de enero de 2017, la Sociedad de Jóvenes celebró su primer culto del año con la visita de la pastora Marta Ramírez, acompañada de un gran número de jóvenes, miembros de su iglesia. Tomando como base 1 Reyes 18: 17-18, fue creando una línea paralela entre los acontecimientos de la vida del profeta Elías y la actualidad de nuestra isla, Puerto Rico. En los tiempos del profeta, el escenario propicio para sacar del anonimato a Elías fue el hecho que la casa de Acab, el rey de entonces, y la casa de su padre, habían abandonado los mandamientos de Dios, prosiguiendo a la adoración de baales. Mucho antes de Elías enfrentar al rey, el Señor fue enseñándole y capacitándole para su propósito. Desde el arroyo de Querit, frente al Jordán, hasta la viuda de Sarepta, Dios fue mostrándole su poder, supliéndole y enseñándole a moverse según su voluntad. En el momento en que Elías se encaminó a enfrentar al rey Acab, pudo discernir que el pueblo estaba comenzando a reconocer que los baales no podían ayudarles, ni solucionar sus problemas. Había llegado el día en que Dios utilizaría a el profeta para mostrar su poder.
En el contexto actual, la falta de santidad y de valores morales, falsas doctrinas, desenfreno de pasiones, la ausencia de oración y ayuno, la pérdida de identidad, llevó a muchos a no distinguirse en medio de la multitud. Ya no se sabía quién era cristiano y quién no. “En ti debe haber un brillo, una gloria, un olor fragante, que le haga saber a otros que tú eres diferente”, compartía la pastora Ramírez. Elías era diferente, resaltaba entre los demás. La viuda reconoció que el profeta provenía del pueblo escogido. Era el mismo pueblo judío el que no sabía su identidad, el que eran y son el pueblo escogido del Señor. La identidad que obtenemos en Cristo no la debemos perder, pues suele traer como consecuencia el desenfoque. Es responsabilidad de cada uno, destruir los baales que nos alejan de la presencia de Dios, dándole espacio al Rey de Reyes de obrar en nuestras vidas, tal cual aconteció cuando el fuego de Dios consumió en su totalidad el altar construido por el profeta cuando se enfrentó a los sacerdotes de Baal.
No hay espacio para caminar en dos aguas. Él no comprometerá su gloria por alguien que toma en poco la salvación y el derramamiento de su sangre. El Padre está buscando gente que está en el anonimato, pero que tienen la convicción de que Él es Dios. Gente que se pare en la brecha y marque la diferencia. Sal del anonimato, y atrévete a reconstruir el altar, acércate a Él, pues cuenta con nosotros. Cuenta con que utilicemos lo que ha depositado en cada uno de sus hijos.

 

Escrito por: Loanette Morales Quintana