En un momento de adoración pleno donde llegamos a la misma presencia de Dios con las alabanzas del ministerio Tsarach, dimos comienzo al Culto al Altísimo nocturno junto a nuestra pastora Iris N. Torres Padilla. Antes de comenzar con la exposición de la Palabra, la pastora aprovechó para agradecer a todas las personas que con mucha deferencia tuvieron a bien honrar la vida del Pastor y Licenciado Rafael Torres Ortega dándose visita a nuestra iglesia para acompañarla en el momento de tristeza por la ausencia del varón de Dios.

La porción que se tuvo a bien utilizar en esta noche fue Josué 1:1-2. Moisés era compulsivo y difícil, pero era el hombre que Dios escogió para trabajar con su pueblo por los próximos 400 años. Moisés hizo lo que nadie hacía, trabajar con un pueblo indomable, por eso el Mar Rojo se abrió y cruzaron en seco. Los israelitas padecían de un gran problema después de cruzar el Mar Rojo, seguían teniendo mente de esclavo. Dios no permitió que ninguno con mentalidad de esclavo entrara junto a Josué a la tierra prometida; todos murieron en el desierto porque seguían teniendo el pensamiento equivocado. “Tu mente tiene que ser transformada y los cambios serán mejores que lo que ha pasado hasta ahora. Josué conoció todo sobre Moisés incluyendo sus crisis, angustias, el corazón, las dudas, las preguntas, las interrogantes y los vacíos, pero en esa relación de dos habían tres porque Dios iba moldeando al conquistador mientras trabajaba con el caudillo”, expresó la pastora.

Lo primero que Josué hizo fue cruzar el Jordán por orden de Dios. Jehová se le presentó en forma de guerrero y siempre le recordó su origen y para qué fue creado. Después del Jordán, Jericó; nadie había enfrentado a Jericó. Sin embargo, a Josué lo llamó Dios, y para cada llamado habrá una misión. La caída de los muros fue el inicio de la victoria de Israel, Josué fue bendecido de tal manera que su responsabilidad fue repartir la tierra por heredad. Con el corazón de Moisés, Josué hizo lo que tenía que hacer; uno libertó, el otro conquistó; uno abrió el mar, otro derrumbó los muros de Jericó. Al final de los días, Josué y Caleb tuvieron una conversación, pero en aquella conversación había un tercer personaje. En aquella plática entre amigos entró Jehová y le dio a Josué la ordenanza de conquistar el monte que tenía reservado para él.

¿Te atreves a cruzar el Jordán o te quedas en tierra de esclavitud?

MI CASA, ES LA CASA DE TODOS