¿Sabías que las excusas solo son para el que las dice? La mayor parte del tiempo queremos colocar toda situación, problema, impedimento o miedo antes que Dios, sabiendo que él es más grande que todo. También tendemos a menospreciarnos por ser de baja estatura, ser «feos» o por ser susceptibles a las tentaciones de la carne; y por eso le decimos que No a Dios cuando nos hace una encomienda. Hay varios hombres y mujeres en la Biblia que tuvieron defectos como tú y como yo y, aun así, no se limitaron en hacer la obra del Señor. Dentro de esa lista tenemos a Jacob, un tramposo; le robó la bendición del primogénito a su hermano (Génesis 27:1-8).

Otro ejemplo es Pedro el cual tenía un temperamento fuerte. Pedro le cortó la oreja a un guardia para ir en defensa de su señor (Juan 18:10). Por otro, lado David fue un adúltero. 2 Samuel 11:1-15 cuenta como David tomó para sí una mujer que no era una de sus esposas y como abusó de su poder para que el esposo de esa mujer muriera. Noé se embriagó luego de llegar a tierra cuando terminó la lluvia (Romanos 3:10). Jonás huyó de Dios: Jonás 1:1-7 nos relata como Jonás huye, Dios lo confronta y este al final cumple la voluntad del Señor.

Marta, la hermana de Lázaro, se angustiaba y afanaba (Juan 11:20). Sara fue impaciente (Génesis 16:1). Tomás dudaba, y no creyó que Jesús había resucitado (Juan 20:24-30). Moisés tartamudeaba y aun así, liberó al pueblo de Dios de Egipto. Zaqueo era de baja estatura y, aun así, Jesús lo vio. Abraham era viejo, tenía 100 años y su esposa Sara tenía 99. Lázaro estaba muerto, y el maestro lo levantó. A fin de cuentas ¿Cuál es tu excusa para servirle y hacer la voluntad de Cristo? ¿Dios te puede utilizar para su propósito o no? Con estos ejemplos de la Biblia podemos ver que nadie es perfecto, pero que aun así podemos hacer grandes cosas para aquel que nos amó primero.

Dios no llama a los calificados, Él califica a los llamados. Recuerda que eres útil en las manos del Señor.

 

Mi casa es la casa de todos