Pasajes a considerar: Isaías 56:6-7; Jeremías 7:9-11; Marcos 11:15-19
En la clase de nuestro hermano Ramírez, Angel, el maestro de hoy, nos expuso la clase: «Jesús purifica el templo». Hablamos acerca del siginificado importante de lo que representa el templo. Durante el tiempo de Isaías, y en el retorno de los exiliados de Babilonia, Dios dice que «Su templo será casa de oración para todos los pueblos». Sin embargo, bajo la voz profética de Jeremías, Dios denuncia la corrupción perpetrada en los predios del templo. Y este hecho es reproducido cuando el Mesías, recién llegado a Jerusalén, se dirige a la casa de su Padre, y encuentra solo decepción.
Cuando el profeta Isaías habla de parte de Dios en el pasaje citado, los judíos deportados a Babilonia fueron puestos en libertad, y les fue permitido volver a su tierra, por voluntad de Persia (la nueva potencia del Medio Oriente y el mundo conocido). Podemos ver que en este pasaje, Dios le da cabida a extranjeros, o gentiles, al templo para que puedan formar parte de las actividades de adoración. El templo es una lugar de «oración para todos los pueblos». No obstante, Dios, indignado, señala las malas costumbres que ha adoptado su pueblo, en la profecía de Jeremías. Y hace mención de la osadía con la que pretenden adorar, cuando su conducta está en total contradicción con las leyes del pacto. Identifica y fiscaliza su doble vida.
[quote align=»center» color=»#COLOR_CODE»]¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas la naciones? Pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones[/quote]
De manera muy similar, Jesús al dirigirse al templo se topa con una escena muy desabrida. En la casa de oración se había dispuesto el espacio para el ejercicio de los negocios. Se comerciaba, con la bendición previa de las autoridades sacerdotales, con los extranjeros que peregrinaban de lejos a adorar. Se había convertido el templo en una plaza de mercado. Jesús, molesto con la razón como aliado, enfrentó contundentemente a los corruptos; viraba mesas, hacía rodar las monedas manchadas con avaricia, y denunció el crimen. «¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas la naciones? Pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones» (Marcos 11:17), prorrumpió el maestro.
La casa de Dios no contiene su valor en sí mismo, sino que su valía se halla en la reunión de los santos que juntos se disponen a adorar y buscar al Dios vivo.Este valor cambia negativamente cuando nuestras intenciones de celebrar la presencia de Dios son contrapuestas por otras. Esta enseñanza nos invita a meditar en la actitud con la cual venimos a la iglesia. Nuestra única razón para venir al templo es la adoración a Dios. Es importante tener una concepción clara de nuestras intenciones, pues Jehová las conoce, y «esto también Yo lo veo, dice Jehová» (Jermías 7:11). Seamos pues como Cristo, quien fue con la actitud genuina para adorar en el templo; y corrijamos y «viremos» en nuestras vidas lo que trastoque nuestra devoción al Señor.
[quote align=»center» color=»#FF0056″]Mi Casa es Casa de Todos[/quote]
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