En la mañana de hoy domingo, 1ro de noviembre, el joven Alfonso Darío Peña Torres expuso la palabra de Dios ante la iglesia.  Su mensaje, lleno del poder de Dios, llegó a cada uno de los que estuvimos allí.  Nos habló del corazón, del cual la biblia hace referencia en infinidad de ocasiones.

Leyendo los versos de 1ra de Samuel 16:7, Alfonso explicó la importancia del corazón y como Dios le indica al profeta Samuel que no se fijara en lo externo, «porque los hombres ven lo que tienen delante, pero Él mira el corazón», en referencia al momento cuando Samuel fue a casa del padre de David a ungir al que sería el próximo rey.  Dios buscaba un corazón como el de David. A Él lo que le interesa es tu corazón.  ¿Por qué es importante tu corazón?  Porque de él mana la vida, porque de la abundancia del corazón habla la boca, porque las obras, buenas o malas, salen del corazón, porque la semilla que dió buen fruto fue aquella que cayó en los de buen corazón.  Por estas cosas y muchas otras que nos indica la Biblia, el corazón es indispensable en la vida del cristiano.

David, quien dice la biblia que su corazón era conforme al de Dios, no siempre hizo lo bueno o tomó buenas decisiones, pero en su corazón reinaba Dios. Eso hizo la diferencia en él.  Procura que en el trono de tu corazón esté sentado Dios.  Tú escoges quien se sienta.  David se crió en el campo, defendiendo las ovejas de los animales salvajes, pero permitió que Dios gobernara su corazón. Por eso, aún en el día malo, Dios estuvo con él. Cuando su hijo murió, David se levantó, se lavó, y alabó a Dios, quien ocupaba el primer lugar en su corazón.

Si en tu corazón hay algo o alguien más ocupando el primer lugar, algo anda mal. El corazón no es una mesa redonda, donde todos se sientan con igual orden de importancia.  En el corazón hay un solo trono, y ese tiene que ser llenado por Dios.

El libro de Romanos dice que si confesares con tu boca y creyeres en tu corazón que Jesucristo es el hijo de Dios, serás salvo.  El evangelio es simple, pero profundo: un solo camino, una sola puerta y todas se llaman Jesús. Medita y pide al Señor que te escudriñe. ¿Qué llena tu corazón? Si hay algo que no sea el Nombre que es sobre todo nombre, pídele que Él entre y lo llene, entrégale tu corazón a Jesús para que ocupe su trono y tu corazón este lleno de Él.

Con estas palabras culminó el predicador, orando por la iglesia y por las vidas que rindieron su corazón a Cristo, ¡Aleluya!

 

 

Mi casa es la casa de todos