Como parte de nuestro 75 aniversario tuvimos el honor de tener al pastor Jacinto Esquilín como nuestro predicador del culto diurno del domingo 24 de Enero 2016. Tomando así la misma línea de la importancia del avivamiento, el pastor Esquilín nos dio una breve introducción a lo que es un avivamiento.

“Los avivamientos comienzan luego que ocurre una crisis. En Puerto Rico ocurrió por la mucha necesidad que había en aquel momento; las personas buscaron su refugio en la iglesia.” Siendo esta su línea introductoria, el tema de su mensaje fue: «La Reconstrucción de la casa»

Hay cinco propósitos claves para Dios derramar un avivamiento, y el versículo clave se encuentra en Esdras 9:8-9: “8 Y ahora por un breve momento ha habido misericordia de parte de Jehová nuestro Dios, para hacer que nos quedase un remanente libre, y para darnos un lugar seguro en su santuario, a fin de alumbrar nuestro Dios nuestros ojos y darnos un poco de vida en nuestra servidumbre. 9 Porque siervos somos; mas en nuestra servidumbre no nos ha desamparado nuestro Dios, sino que inclinó sobre nosotros su misericordia delante de los reyes de Persia, para que se nos diese vida para levantar la casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas, y darnos protección en Judá y en Jerusalén. ” (RVR1960)

En Puerto Rico hace falta ese avivamiento, como cuando se dio en nuestros principios en ese momento de crisis en el cual los puertorriqueños buscaron refugio en la casa del Todopoderoso. Así es que ocurrió en nuestros principios, y ocurrirá de nuevo.

En el templo de Jehová estaba el fuego y la santidad del Altísimo (Isaías 6:1), dando espacio a que su remanente fiel viera su rostro, por medio de una de las herramientas cruciales para el avivamiento: la oración. Este es el primer propósito que tiene el derramamiento del avivamiento, la búsqueda de ese remanente que, no importando las tormentas, se mantiene anclado en Cristo. Un remanente que conoce que en la presencia de su Dios encuentra esperanza. Un remanente de fieles que pelean sus batallas de rodillas, que son santos y llenos del fuego de Dios. No importa si es grande la multitud o si es un grupo pequeño, lo que Dios busca es que sean personas firmes en la fe (Romanos 9: 26-27, RVR160).

Es ahí que encontramos el segundo propósito de Dios para el avivamiento: la estabilidad. Una generación firme, sólida en la palabra, constante, inamovible. Una generación que vive en armonía con su hermano, una generación que sabe perdonar y tiene piedad y compasión. Dios no derramará su avivamiento si la Iglesia no está en unión, si no trabajamos bajo la misma visión pastoral. Cuando vivimos en armonía con nuestro hermano santificamos el nombre del Señor.

Otro de los propósitos que establece Esdras es que Dios tiene que alumbrar nuestro rostro para que ocurra un avivamiento. Esto quiere decir que el Señor nos quiere dar la esperanza que necesitamos en nuestro caminar, que su propósito es otorgarnos su sabiduría y su verdad para poder discernir y reconocer sus caminos. Jesucristo es la luz del mundo, y si él es la luz del mundo, cuando pasemos por momentos oscuros en nuestra vida podremos estar confiados que su palabra nos guiará y nos sostendrá.

Cuando Dios entonces alumbra nuestros rostros, y nos deja saber que tenemos esperanza en él, es que viene el cuarto propósito: restaurar o levantar la casa que está en ruinas.
“5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. 8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.” (2 Pedro 1: 5-8, RVR1960) Es decir, que cuando reconocemos que nuestra fe y esperanza provienen de nuestro Dios, somos personas virtuosas, capaces y fortalecidas.

Pero para esto, necesitamos adiestrarnos en su palabra. Lo cual nos lleva al último propósito: estar edificados en la palabra, defendiendo la fe, llenos de fuego y del poder que proviene de lo alto. De esta manera daremos honor al legado que nos dejaron nuestros antepasados, y el avivamiento que tanto esperamos caerá por la obediencia de su pueblo; un pueblo con un corazón dispuesto a buscarle con pasión, no dejando que las tempestades lo hagan caer.

No te olvides que Cristo viene pronto, y que él te quiere salvar. Dios está.

 

 

Mi casa es la casa de todos…

Por: Lisandra Y. Rodríguez