Pasajes a considerar: Lucas 24:1-12

En la clase del 20 de abril de 2014, el Pastor Javier Negrón nos trajo la clase: «¡Se levantó!». Coincidiendo la clase con la conmemoración del Domingo de Resurrección, discutimos expresamente este tan significativo evento.

Ante la pérdida de su maestro, los apóstoles se fueron a sus quehaceres, a sus vidas pasadas de trabajo, frustrados y cabizbajos. Parecía ser que las palabras que les había enseñado su maestro fueron olvidadas al verse solos y sin su dirección.

A diferencia de los discípulos, las mujeres que siempre acompañaron al maestro, que fueron impactadas por Él, permanecieron a su lado; aun en el proceso de la pasión. Los apóstoles corrieron y se dirigieron a sus faenas de la cotidianidad; después de todo, tres años de caminar y predicar habrían acumulado mucho trabajo. Sin embargo, las mujeres se mantuvieron firmes, aguardando cada evento que le acontecía a su maestro, a quien -evidentemente- amaban profundamente.

Fue este amor grande que las impulsó a visitar la tumba de su maestro al tercer día; aun sin saber cómo habrían de remover la grandiosa piedra que estorbaba el acceso a la tumba. Pero, ¡poco sabían acerca de los que les esperaba a la entrada de la misma! Se dirigían, según el Evangelio de Lucas, María Magdalena, Juana y María (madre de Jacobo), temprano en la mañana a preparar el cuerpo (Lucas 24:1), ya que al morir Jesús dos días antes se aproximaba el día de reposo, y les fue imposible realizar los debidos preparativos de sepultura. Sin embargo, cuando llegaron «hallaron la piedra removida del sepulcro» (Lucas 24:2).

[quote align=»center» color=»#496673″]¡Muchas son las veces que permitimos que se ahoguen las promesas del Señor en nuestro mar de problemas![/quote]

Luego del encuentro con los ángeles y su mensaje a las mujeres («¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado» Lucas 24:5-6), recordaron las palabras de su maestro: «es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día» (Lucas 9:22). Al igual que los apóstoles, las mujeres habían pasado por desapercibidas las palabras del que amaban; de que tenía que pasar por la muerte, pero habría de resucitar. ¡Se levantó!

En ocasiones, atravesamos situaciones y circunstancias que se apoderan de nuestros pensamientos. Se nos hace difícil no pasar un ratito sin meditar en cómo lidiar, y qué hacer con aquello que nos agobia. Esto, precisamente, le ocurrió a las mujeres y a los discípulos. Olvidaron la promesa del Señor. ¡Muchas son las veces que permitimos que se ahoguen las promesas del Señor en nuestro mar de problemas! Pero, gracias al Señor por siempre recordarnos la vigencia de sus promesas, pues Él se levantó. No permitamos que la situación opaque lo que el Señor ya ha determinado. Pues así como prometió resucitar, y nos hizo disfrutar y ser parte de tan magno evento, así también, ÉL, cumple todas sus promesas, a pesar de la gran piedra que aparenta estorbarlas.

 

[quote align=»center» color=»#496673″]Mi casa es la casa de todos…[/quote]