Iniciamos esta grande y hermosa noche «en toda oración y súplica». Nuestros hermanos de la junta de nuestra congregación se reunieron preliminarmente para interceder y orar por nuestro país, por los enfermos, por las naciones, y por la iglesia. La oración es vital en nuestro caminar con el Señor. Al culminar esta parte tan importante, nos dispusimos, con toda humildad, a exaltar a nuestro Dios. Gloria al Dios Padre y a Jesucristo. Solo nuestro Señor y Salvador es merecedor de toda gloria y honra. Luego procedimos a darle parte al Grupo Somos Avivamiento, quienes entonaron alabanzas a Dios y nos compartieron palabra de testimonio:
Natacha Torres: “Esta palabra la viví: vi enfermos sanados, vi dones, vi libertados. Lo más importante: la gente era tocada con el amor de Dios. En un camino me encuentro con un joven, y le dije: ‘¿tú sabes que Jesús te ama?’. ¿Sabes quién es Jesús? Me contestó: ‘no’. Vi como el amor de Cristo entraba en él y como Dios lo tocaba y entraba vida a su corazón, y lo aceptó. En mi tierra es igual, hay un pueblo que no ha escuchado a Jesús, quien restauró mi vida», finalizó.
José J. Robles: «Nos trajimos en nuestro corazón a Guatemala, pudimos ver la misericordia de Dios. El Señor sanó a un niño que no caminaba, y el Señor lo puso a caminar. Ciertamente tienes que creer que él resucitó de los muertos. Pablo le impuso las manos para que el Espíritu se manifestase, y se tiene que manifestar en nuestra vidas. Es quien nos enseña todas las cosas. Si usted ya creyó, y tiene el Espíritu, hable del Señor y predique su palabra», exhortó.
Melanie Fonseca: «Ciertamente donde está el Espíritu del Señor hay libertad. Lo pudimos experimentar. Ese Espíritu transforma, sana, liberta, es capaz de hacer lo que ningún ser humano puede hacer. No hay nada mejor que cuando uno decide hablar de Él; ver como el rostro de una persona es trasformado, un corazón de piedra es cambiado. Esto solo lo hace el Espíritu de Dios. Si yo experimenté esa libertad, ¿cómo no voy a predicar? Y ese mismo Espíritu está aquí en esta noche».
Vidas vinieron a los pies de Jesús. Dios salió a su encuentro. Y la presencia de Dios se hizo manifiesta poderosamente. Cuán hermoso es habitar en su presencia. ¡Gloria al Señor!
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