La noche del 15 de mayo fue una velada serena y de reflexión. Los jóvenes de Luces de Sión nos reunimos para un encuentro con el Señor de una manera muy atípica: una fogata. Aun así, fuera de toda rutina, el Señor hizo sentir su presencia en el silbido apacible de la noche.

El culto comenzó en la cancha, donde nos reunimos a orar y adorar al Señor. Luego pasamos a participar de una dinámica, dirigida por Mitchelle Flores. La dinámica consistía en presentarle a la juventud ejemplos de malos hábitos que, a pesar de ser ficticios, podrían sucedernos. «¿Qué le sugerirías a cierta persona para que cambie el hábito de comerse las uñas?» «¿Qué solución le podrías presentar a alguien que desea orar, pero no le gusta, o no sabe cómo?», fueron algunas de las situaciones presentadas. Luego nos tocó a nosotros aconsejar o sugerir posibles soluciones para estos malos hábitos. Nuestra hermana, Mitchelle, concluyó la dinámica con una serie de sugerencias. «Comienza con un hábito pequeño», nos dijo, mientras nos explicaba que era un buen comienzo, ya que estos pequeños cambios se tornarían en grandes cambios a medida que los convirtamos en hábitos.

Ya cerca de la fogata, nuestra presidenta, Patricia, culminó con una reflexión. Patricia compartió con nosotros el gran cambio de hábito de Nicodemo. Nicodemo, según narra el evangelio de Juan, fue un fariseo, principal entre los judíos, que tuvo un encuentro con Jesús. «Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.» (Juan 3:3) Patricia nos afirmó que el cambio en Nicodemo fue tan grande, que ya su opinión sobre Jesús no era igual a la del resto de los fariseos. «¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho?» Preguntó Nicodemo, enfrentándose a los fariseos en Juan 7:51; contestándole los fariseos, «Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta.» (Juan 7:52) Patricia lleva el ejemplo de Nicodemo más allá, recordándonos que Nicodemo, luego de que José de Arimatea llevó el cuerpo de Jesús para ser sepultado, trajo consigo un compuesto de mirra y aloes (Juan 19:39), para preparar el cuerpo.

Por más pequeño que sea un cambio, éste es un catalítico que motiva en nosotros a hacer más cambios. Al permitirle a Dios que haga cambios en nosotros tal como Él desea, estamos tomando una gran decisión que en cambio propulsará grandes bendiciones, tanto hacia uno mismo como hacia los que nos rodean. Tal como Nicodemo, aprovechemos nuestro encuentro con Jesús para invitarle a que haga cambios en nuestras vidas. Pero así mismo, aportemos nuestra parte para cambiar. Estos cambios redundarán en grandes bendiciones para nuestras vidas, para la Iglesia, para Puerto Rico, y para el mundo.

Te invitamos a que nos acompañes en la Sociedad de Jóvenes Luces de Sión, todos los viernes desde las 7:30 pm.

 

Mi casa es la casa de todos.