“La oración eficaz del justo puede mucho”, lee en Santiago 5:16. Cuando el pueblo del Dios viviente se reúne, unánime, el texto bíblico registra que ocurren grandiosas proezas. En el aposento alto aguardaron sus discípulos esperando la promesa de su Maestro. Solo unos pocos permanecieron hasta recibir la bendición. Y en este día hay un remanente que aguarda con ansias la promesa vigente que nos legó el Espíritu: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado.” (Joel 2:28-29; 32).
Con clamores, oraciones e intercesiones invocamos el nombre del Señor. Mediante diversas participaciones de adoradores exaltamos el nombre de Jesús. ¡Gloria a quien gloria merece! Diferentes pastores y líderes eclesiásticos brindaron palabras de aliento y exhortación en estos tiempos tan determinantes y apremiantes. El pueblo reunido adoraba y recibía la palabra que era depositada por los siervos de Dios, sus profetas. ¡Es hermoso poder todos juntos unirnos con una misma causa, a pesar de las pequeñas diferencias. Un vínculo más grande nos une: nuestro amor por Dios y el deseo de hacer su voluntad.
Luego de las extraordinarias presentaciones, el Reverendo Jorge Raschke se dispuso a predicar el mensaje que nuestro Dios le delegó: “Las puertas del infierno no prevalecerán contra la iglesia”, citó. “Somos la última esperanza que le queda a este país. Nuestros políticos han fallado, la religión muerta y vacía ha fallado, el sistema ha fallado; se necesita un nuevo pentecostés, se necesita un derramamiento del Espíritu de Dios”.
«Somos la última esperanza. Aunque andemos por valle de sombra y de muerte, no temeremos mal alguno porque Dios está con nosotros. No debemos tenerle miedo a la deuda, ni a Goliat. Pero para salir de la deuda, hay que primero salir de Goliat. Nuestra guerra no es contra los homosexuales. Nosotros los amamos, los queremos y les extendemos lo brazos a nuestras iglesias», dijo Raschke.
Al concluir el poderoso mensaje, interdedimos en oraciones finales. Cerramos cantando los coritos de fuego del ministro Freddy Díaz, que caracterizan los emblemáticos cierres de Clamor. Dios ha sido bueno. Este programa de Clamor a Dios 43 se pudo transmitir a través de 39 países, y alcanzó alrederor de 30 millones de personas. Toda la gloria y la honra es de nuestro Dios.
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