Cuando el pueblo del Señor adora a Dios suceden cosas maravillosas y esas maravillas ocurrieron esta noche durante nuestro Culto al Altísimo. Se juntaron el cielo y la tierra y la Gloria de Dios descendió de manera sobrenatural en la iglesia. La porción expuesta esta noche por la pastora Iris N. Torres Padilla se encuentra en Proverbios 4 verso 23:

“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.”

Día a día luchamos con gigantes que quieren robar nuestro corazón. El capítulo 12 del libro de Mateo y verso 35 relata que «un hombre, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas, más el malo, de su mal tesoro saca cosas malas». La inmoralidad, robos, adulterios, avaricia, maldad, engaño, libertinaje, arrogancia, necedad, entre muchos otros males vienen de adentro y caminan con el ser humano. Pero, ¿cuál será la mejor manera de limpiar tu corazón? El corazón hay que limpiarlo por dentro, no por fuera. Muchos cristianos están tan acostumbrados a limpiarlo por fuera y quitar solo lo superficial, añadió la Pastora.

¿De qué me vale aparentar algo que no soy y por dentro estoy podrido? “Engañoso es el corazón más que cualquier otra cosa”, establece la Biblia. ¿Cómo está tu interior? El problema del hombre es el interior, no el exterior; el problema del hombre no lo resuelven las amistades ni el status social; solo lo resuelve Dios. Tu realidad es lo que aparentas, pero esa no es tu verdad. Una cosa es clara: los cambios cosméticos son solo a nivel de piel, pero no cambian tu corazón. Vivimos en una sociedad donde reinan los estereotipos, pero Dios tiene un plan para tu corazón y un plan diferente para tu familia. ¿Cómo está tu corazón? Es momento de limpiarte y sanarte por dentro y ser libre del orgullo y soberbia. Atrévete a ser rico para Dios; pero no con una riqueza de dinero, sino una riqueza que a Dios le agrada: la de tu corazón. Lee la Biblia, ora, ayuna, enciérrate en el corazón y examina tu interior. Lo que Dios quiere es que saques lo podrido hacia afuera y presentarlo al Señor para que Él cree un corazón nuevo.

“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.”