En el Culto al Altísimo durante la mañana del domingo 29 de marzo de 2015, nuestro hermano César Rosado compartió con la iglesia los versículos bíblicos que se encuentran en Lucas 11:21-22: “Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín”.

El hombre fuerte representa a Satanás, quien aunque está vencido, sigue siendo fuerte. Pero cuando llega el hombre más fuerte que él, o sea Cristo, lo vence y le quita el poder. En Col 2:15 la Biblia nos dice: “Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”. En este verso vemos como al Cristo morir en la cruz triunfó sobre toda potestad del enemigo. Satanás no tiene poder sobre el cristiano, sólo si se lo permitimos nosotros mismos. Estas son las armas que le damos al hombre fuerte, cuando al estar en desobediencia permitimos que tome control sobre nosotros. Algunas de las armas que el enemigo utiliza en nuestra contra son el miedo, la contienda, la incredulidad, la apatía, entre otras. Es una batalla interna que no es contra carne ni sangre, sino contra potestades; es una batalla espiritual. Es por esta razón que necesitamos estar preparados y utilizar las armas espirituales que nos menciona Pablo en su carta a los Efesios 6:12-18. ¿Y cómo recuperar aquello que hemos perdido? Mateo 12:29 nos dice “¿Cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa”.

Para poder entrar y recuperar lo perdido debemos deshacernos de lo que nos aleja de Dios. Debemos humillarnos ante Dios y recuperar las armas para ganar nuestra batalla. Toma la autoridad que te ha sido dada, ata al hombre fuerte, y en nombre del hombre más fuerte, en el Nombre de Jesús, recibirás la victoria.

 

Mi casa es la casa de todos