El domingo 8 de febrero de 2015, discutimos la clase «¿Conoces a tu vecino?», tomada de referencia de la revista El Discípulo. La maestra, la pastora Vanessa Torres, nos expuso esta clase, con especial énfasis en la aplicación de la Palabra en nuestras vidas. «No importan los prejuicios, tienes la oportunidad de ser un buen samaritano», exhortó.

«Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.» (Lucas 10:25-34)

De nada vale cargar la Biblia, venir al culto a alabar, cuando nuestras obras no hablan lo que creemos

La Palabra de Dios no es tan solo para conocerse, tiene que ser aplicada. «Los sacerdotes no podían tocar a los muertos, pues se hacían impuros, y no podían ejercer su función como sacerdote», explicó Torres.  Hablando acerca del levita que pasó junto al hombre desvalido: «el levita es un adorador y un líder religioso». Las leyes impedían que lo auxiliaran», dijo. Habían ciertas leyes que no facilitaban la ayuda a este hombre, por tanto, cada vez que pasaba alguien a su lado, probablemente, pensaba en las consecuencias del ser misericordioso. Pero el que nadie esperaba, que era contrario al caído -culturalmente hablando- fue el que lo socorrió. Y de qué manera. «El samaritano ya sabía qué era el desprecio, y fue movido a misericordia», nos enseñó. «No importan los prejuicios, tienes la oportunidad de ser un buen samaritano. Todos, no importa lo que creas, todos son mi prójimo. De nada vale cargar la Biblia, venir al culto a alabar, cuando nuestras obras no hablan lo que creemos. ¡Tenemos que ver el mundo como Dios lo ve!», finalizó Torres.

Amado hermano, le esperamos todos los domingos en la Iglesia de Jesucristo El Caballero de la Cruz, a las 9:30am, en la Escuela Dominical: la espina dorsal de la Iglesia.

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