¿Has pasado por una situación que comprometía tus valores y principios? ¿Recuerdas cómo te sentías? ¿Había quienes contaban con que tomaras la decisión correcta? ¿Te sentías presionado(a)? Creo que todos hemos pasado por situaciones similares. Daniel, uno de los jóvenes hebreos exiliados a Babilonia, se sintió de la misma forma. En varias ocasiones se le presentaron oportunidades que podían comprometer su vida, su testimonio y su fidelidad a Dios.

«Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse» (Daniel 1:8). Daniel y sus compañeros (Ananías, Misael y Azarías) fueron presentados con el privilegio de comer de los alimentos del rey. Serían los mejores alimentos que podía ofrecer Babilonia. No obstante, a pesar del gran privilegio, Daniel la rechazó. Los jóvenes hebreos conocían que dichos alimentos eran presentados a los dioses paganos. Y el participar de la comida del rey comprometía su fidelidad a Dios.

Y cuando se te presente una situación similar: ¿qué haces? ¿Qué debes tomar en consideración? Primero, examina las opciones. Considera tu testimonio y tu amor a Dios. ¿Cuál opinión es más importante: la de las personas, o la de Dios? ¿A quién debo agradar: al ser humano o a Dios? Segundo, anticipa las implicaciones de una opción a otra y sus consecuencias. Y tercero, piensa, ¿esta o tal opción me representa como cristiano; dará testimonio?  De no ser así, tenemos que estar dispuestos a cumplir con la voluntad de Dios independientemente de cuán poco simpático pueda parecer. Nuestra fidelidad a Dios es primordial. Como alternativa, Daniel le propuso al jefe de los eunucos que le sirvieran legumbres y agua, en vez de participar de la mesa del rey. Y le fue aceptada. Considere de la misma forma una alternativa que le permita cumplir y también mantener su testimonio. Dios nos ayudará tomar las decisiones correctas. Escojamos siempre el camino de Dios.

 

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