¿Has escuchado cuando dicen que las palabras son un arma de doble filo? Es cierto, con tus palabras puedes edificar o destruir a una persona. Muchas veces no pensamos lo que decimos y esto nos puede comprometer y puede llegar a derrumbar a alguien emocionalmente.

En la Sociedad de Juveniles Manos en el Arado, realizamos una dinámica en la cual vaciamos 4 potes de barbasol y luego intentamos devolverlo al mismo. ¿Imposible verdad? Así mismo debemos tener cuidado al hablar, en nuestra conducta y en nuestros actos. Somos la luz del mundo y la sal de la tierra. Damos un vivo reflejo de Jesús y muchos nos observan. Si te llamas cristiano, que se te note. Seamos los mismos tanto en la iglesia como en nuestra vida diaria; seamos reales.

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