Dios está en medio nuestro y esta noche decidimos adorarle. A través de una adoración plena donde exaltamos el nombre de nuestro Señor dimos comienzo a nuestro Culto al Altísimo nocturno. Teniendo como porción bíblica para la exposición de la palabra el Capítulo 6 del Libro de Josué la pastora Iris N. Torres Padilla predicó siguiendo con la serie de predicaciones sobre la conquista de Jericó.
La ciudad de Jericó era imposible de conquistar humanamente hablado. El espesor del muro era el mismo hacia al frente que hacia atrás. La puerta para echar la basura era una que se abría solo para este propósito a la misma hora. Dios se empeñó en Jericó, habiendo muchas otras. “Para cruzar el Jordán hay que tener un cambio de actitud”. Ninguna moneda podía llegar al bolsillo de nadie, todo era para Jehová una vez santificado; todo lo demás que había en la Tierra no se podía tocar; el resto de lo que Dios le dijo a Josué se cumplió. No importa si tu familia le sirve o no a Dios, no importa si lo que estás viviendo aparenta no tener solución, si Dios lo prometió, lo va a cumplir. La casa de Rahab no sufrió ningún problema, por esto el muro no se cayó no hacia al frente no hacia atrás, porque Dios tenía una promesa que cumplir a esta familia.
Dios provocará cosas en nosotros para que la verdad salga. Todo lo que está oculto saldrá a la luz y esto fue lo que ocurrió con Acán. Acán cruzó, creyó, mató a espada, pero cuando vio el manto babilónico y los lingotes de oro, las rodillas le flaquearon. No permitas que la crisis te tiente, no permitas que si tu necesidad es tanta, seas tentado por el lingote de oro, las monedas de plata y el manto babilónico; no todo lo que se ve apetecible es bueno. Cuando miramos nuestra vida desde la justa perspectiva sabemos que Dios siempre tiene un plan. El problema más grande de Israel no era Jericó, sino Acán. Cuando el muro de tu vida caiga, cuidado con el lingote de oro y el manto babilónico porque cuando Dios dice «no» es no. Cuídate de Acán, después de la conquista vino la batalla de Hai donde perdieron y después de Josué estar orando y llorando por la derrota, Dios le ordenó que se levantara porque había pecado envuelto en Israel. Dios dirigió a Josué hasta llegar a la tribu de Judá y después hasta llegar a la casa de Acán.
Mientras Josué hablaba con Acán, los hombres de Josué registraron la casa y al encontrar todo escondido lo descubrieron y tomaron todas sus pertenencias, los apedrearon y las quemaron. No te adelantes al plan de Dios, confía porque el Dios que estuvo contigo durante la caída del muro, estará contigo también en el momento difícil de tu vida. Créele a aquel que tiene un plan establecido y lo que decretó sobre ti se cumplirá para la Gloria del Padre.
Mi casa, es la casa de todos
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