Ezequiel 18:1-4, 31
“El Señor se dirigió a mí, y me dijo: « ¿Por qué en Israel no deja de repetirse aquel refrán que dice: Los padres comen uvas agrias y a los hijos se les destemplan los dientes Yo, el Señor, juro por mi vida que nunca volverán ustedes a repetir este refrán en Israel. A mí me pertenece todo ser humano, lo mismo el padre que el hijo. Aquel que peque, morirá”.

La justicia de Dios se levanta como una oportunidad para volver a Jehová. Desde la perspectiva de un justo que sufre, debemos entender que nuestro Dios justo, llegará a tiempo. Sabemos también que los que decimos ser justos también nos hemos equivocado. La justicia de Dios no tiene nombre ni apellido.

Repasemos lo que dice: Isaías 57:19-20
“Produciré fruto de labios: Paz, paz al que está lejos y al cercano, dijo Jehová; y lo sanaré. Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo”

Ante el dolor de los justos Dios no pasa desapercibido. Miremos a Abraham y a Sarah, aún Agar e Ismael recibieron de la justicia de Dios. No permitió que Ismael siguiera su vida sin Su justicia. Dios es amor y siempre se cumplirá SU voluntad. El que sufre debe tener esperanza de que recibirá de Dios bendición. Pero, no hay restauración sin que primero haya arrepentimiento.

¡Oye! MUÉVETE

El mundo te da número, Dios te da libertad. Libertad para estar siempre con Él.  Pero, lo menospreciamos. Si no hay agua me detengo, si llueve me detengo, si hay agua, ¡ah! Tengo que lavar…. Es más fácil darle a Dios una lista de razones para no hacer lo que tenemos que hacer. ¡Oye! MUÉVETE.

Abre tus ojos y decídete a entregarte a Dios. Tenemos que ser responsables por nuestros actos. A veces hablamos cosas, pero, la intención del corazón es otra. Por eso tenemos que pedir perdón por aquellos pecados que nos son ocultos. Rompamos con nuestros propios prejuicios como hizo Pedro, que cuando vio aquel manto de animales “impuros”, que él no comía, tuvo que aprender que aquello llamado por Dios limpio no lo podemos llamar impuro. Nos ayude Dios.

Sabemos que dependemos de Él y que la obra es solo Suya

Los justos no somos rebeldes, los justos no se tratan de justificar por ellos mismos. Creemos en la Soberanía de Dios, no tenemos miedo. Creemos las cosas que no son como si fuesen. Creemos que Él tendrá de nosotros misericordia. Creemos que Él estará con nosotros todos los días hasta el fin. Sabemos que dependemos de Él y que la obra es solo Suya.

Dale una oportunidad a Cristo.
Pastora Vanessa Torres