Después de un ambiente lleno de adoración y de la presencia de Dios misma, la pastora tomó la participación para la exposición de la Palabra, extraída de Juan 4: la mujer samaritana. La historia cuenta que los samaritanos y los judíos no se llevaban “bien” y el pozo al que hace referencia la historia se refiere al pozo de Jacob, el cual fue abierto en medio de un problema de contaminación de agua que existía en Israel. A este pozo se acercaban las mujeres a tomar agua a diferentes horas entre la mañana, el medio día y la tarde. Entre estas horas las mujeres que tenían una reputación dudosa se acercaban a recoger agua. De esta historia se pueden desprender tres puntos importantes:

1. Jesús fue quien buscó a la mujer – esa tarde era necesario que Jesús pasara por Samaria. Todas las tardes aquella mujer iba sola a buscar agua, nadie pensaba en ella; siendo la burla y escarnio de la sociedad. Aquella mujer estaba sola, y a esta soledad llegó el Dios que es personal y pudo suplir su necesidad. Muchas cosas pudieron haber pasado por su mente, porque ella reconoció que Jesús no era como todos los demás hombres, él no la estaba buscando para sacar ventaja sino que su mirada traspasaba su piel y le hacía una radiografía interna. De unas circunstancias naturales se dio la conversación entre ellos. Cuando Dios llega a tu vida, él te devuelve la dignidad que el mundo te quitó.

2. Ella tenía espíritu de servicio – supo dar por gracia lo que por gracia recibió. Jesús sabía que la semilla que sembraría caería en tierra buena. Para la humanidad no iba a germinar porque era “caso perdido”, pero para Dios siempre hay posibilidades; a Dios le encanta lo que nadie quiere. En aquella mujer había una predicadora, una misionera; lo primero que hizo fue decirle a los de ella lo que Jesús le había dicho.

3. Los hombres terminaron –  solo se quedó un hombre para toda la vida que la marcó de verdad. Jesús no se rindió ni se quitó. Llegó el momento de que nos mostremos como somos, como nos sintamos, de que seamos reales porque Cristo vuelve por su iglesia. Él busca que le adoremos en espíritu y en verdad y que no dejemos de servir.