En medio de un ambiente lleno de adoración, el Culto al Altísimo nocturno de esta noche dio comienzo. Continuando con la serie de predicaciones sobre el Salmo 23 la pastora Iris N. Torres Padilla tomó como referencia el versículo 5:

“Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.”

El pastor toma el aceite de oliva y unge la cabeza de la oveja para evitar el ataque de los insectos. No debemos irritarnos por las «moscas» ni darle demasiada importancia a las pequeñeces de la vida. Dios se encargá de las cosas que nos irritan y nos molestan.  «El aceite también protege de las heridas; Dios sanará tu herida sin importar cuán profunda sea. Dios sana a los quebrantados de corazón y reparara lo que el mundo destrozó; Él vendará tu herida poco a poco», comenzó diciendo la pastora.

Una herida profunda debe de ser curada. Muchos piensan que cuando perdonamos a quien nos lastimó, todo queda automáticamente resuelto, cuando no es así; la restauración toma tiempo y ella viene de parte de Dios. Mientras Dios está en proceso de restaurarte, Él está trabajando contigo todos los días.  “Jesús usa muchas vendas para sanar nuestras heridas emocionales, pero para eso debes de congregarte”, continuó predicando la pastora. La oración es otro tipo de vendaje para tus heridas; cuando has sido lastimado, mientras hablas con Dios, dile a Dios cómo te sientes. Dios usa de igual modo la adoración, la cual tiene un poder de sanidad en sí misma. El ministerio, por otra parte, también forma parte del proceso de restauración porque cuando compartes con personas que están viviendo lo mismo que tú, comienzas a ser sanado. Tienes que descansar en el Señor y esperar que Él sea quien te ponga sobre tus pies. Otra manera para sanar es identificar personas heridas para que seas de bendición a ellos y es esa cicatriz la que será de bendición a otros.

La medida en la que Dios da es en abundancia; Dios no le da medida apretada a su pueblo.  Tus necesidades solo las suple Dios, porque no hay nadie que llene el espacio de Él.  Dios nunca se cansa y en el cielo hay abundancia para ti.  En Dios nos necesitamos los unos a los otros y en la iglesia no puede haber extraños. «Dios saldará tu cuenta, tu copa va a rebosar, ungirá tu cabeza y tu necesidad será suplida», terminó expresando la pastora.

 Mi casa, es la casa de todos