En la mañana del domingo 26 de Junio, nuestra pastora dio por culminada la serie sobre el Salmo 23. Utilizó como referencia el versículo 6, que dice: Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días.”

El salmo 23, desde el comienzo nos enseña que la preocupación no debe estar en la mente del cristiano. Dios no nos diseñó para preocuparnos, Dios nos creó para que nuestra vida fuera fructífera. “Debemos ocuparnos en creer que Dios está en todas las cosas. Él conoce nuestro futuro, y no hay nada que temer”, dijo nuestra pastora Iris N. Torres.

El Señor en el Salmo 23, nos hace notar que él es el que guarda nuestro futuro. Que a él, nada se le escapa. Que nuestras heridas él sana, que nuestro pecado él perdona, que nuestra vida él restaura. Pero más que esto, quiere que estemos conectados a él para que podamos sobre pasar las dificultades, siendo él nuestro pastor. De esta manera, poder morar con él por la eternidad. Dios quiere que sepas, que él tiene un plan magnífico para tu vida. El bien y la misericordia te seguirán, pero esto no es todo. Guardando lo mejor para el final, el cielo será nuestra meta.

Escoge con sabiduría donde pasarás tu eternidad; porque en algún momento lo inevitable llegará. Cristo está de camino, él está por llegar. El mundo, la tierra, gimen por su llegada. Anhelan su redentor. NO pierdas la oportunidad de pasar tu eternidad con tu padre celestial. Allí será recompensada tu obediencia a Dios y tu fidelidad a Cristo.

 “Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará.” (Habacuc 2:3)

 El Dios que creó el viento para que disfrutes de su brisa, y la nieve para esquiar, hará que tu morada con él sea un deleite. Nuestra meta debe ser el cielo, no permitas que nada se pegue a tu corazón. Entiende hoy que somos eternos, no desperdicies toda tu vida adquiriendo tantas cosas que se te olvide cómo vivir. Vivamos en la luz de la eternidad. Procura con diligencia, acercarte a Dios aprobado.

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.” (Juan 10:27-28)