En esta temporada navideña conmemoramos el nacimiento de nuestro salvador. Los ángeles anunciaban el advenimiento del Mesías, y adoraban a Dios. Con el mismo ímpetu el grupo de adoración, Tsuarach, entonó cánticos de alabanza. Sumergidos en una adoración sublime y etérea, cantamos con gozo. ¡Cuán hermoso es exaltar su nombre y reconocer su grandeza y misericordia!

Una vez culminado el devocional, el grupo de Avivamiento tomó el altar. Al arribar no tardaron en testificar las maravillas de Dios. Cada uno de los testimonios fue poderosamente efectivo llevando el mensaje del Evangelio. Muchos trajeron palabras de aliento. Otros narraron sus pasadas maneras de vivir: cómo Jesús transformó sus vidas, y cómo volvieron de la muerte a la vida. ¡Gloria a Dios!

La pastora tomó la parte cuando el último testimonio fue dado. Procedió a llamar a las vidas que deseaban entregarse a Jesús. Las vidas vinieron. ¡Gloria a Dios por la salvación tan grande que nos ha sido dada!  Inmediatamente, las pastora hizo un llamado a la iglesia. Este llamado era uno específico: trazado para aquellas personas que deseaban ayudar a otros a cruzar el Jordán. Fueron pocos los que se levantaron a tomar el reto, pero Dios conoce el corazón. Oraron por estos hermanos valientes y fueron ungidos, separados para esta encomienda.

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