Este gran día para el cristianismo, Domingo de Resurrección, lo iniciamos orando por nuestros hermanos, nuestro país y la iglesia en general. Jesús, nuestro ejemplo por excelencia, nos enseñó la importancia de una relación íntima con el Padre. Nos enseñó el poder de la oración y el ejercicio de nuestra fe al pedirle según su buena voluntad.

Una vez culminado el devocional de oración, comenzamos a adorar a nuestro Señor y Salvador, a nuestro Padre Celestial, quien merece toda gloria y toda honra, junto a nuestros hermanos Claudia Ramírez y Angel E. Pérez. No hay nada más sublime que sumergirse en adoración a Dios, entregarle el corazón en alabanzas y declararle nuestro amor. Por Él vivimos, y sin Él, ¿quién puede subsistir? En labios de estos adoradores cantamos y Su presencia se hizo latente.

Al finalizar el devocional, la Coral de Fe se aproximaba al altar. ¡Cuán hermosas son las alabanzas de nuestra Coral! Entonaron magistralmente alabanzas clásicas al Señor. Entre medio de cada una de ellas se proyectaba un cortometraje protagonizado por diversos líderes de nuestra iglesia, relatando pequeños extractos de los milagros que hizo nuestro Señor.

«Nadie puede ir al Padre si no a través de Cristo. ¿Donde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Donde está, oh muerte, tu victoria? Llevó consigo la cautividad. Miles de miles de hombres y mujeres, reconocemos que la tumba está vacía. . . Y que Cristo viene», exclamó nuestra pastora al tomar la parte de la reflexión. «A través de su sangre tenemos vida. Esto no es religión. Esto no se trata de cómo mueras sino dónde vas a despertar cuando mueras. Esa puerta se llama eternidad. El Dios misericordioso ha abierto una espacio para ti. Lo menos que puedes decirle es ‘si'», continuó Torres. «Puerto Rico está en la noticia de Dios. Tu y yo tenemos la medicina en nuestra mano; la medicina es el Evangelio. Al tercer día resucitó», finalizó.

 

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