Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5:8)

Como todos los años en Semana Santa, se celebra la muerte y resurrección de Cristo. Decimos “celebrar”, ya que para nosotros es de alegría el hecho que nuestro amado Señor Jesucristo haya muerto por nosotros.

Entonces, este Viernes Santo, como de costumbre, nos reunimos para adorar al Señor y recordar el mejor acto de amor que existe: su muerte en la cruz. Esta celebración fue llevada acabo en forma de drama y cantata por varios jóvenes del grupo Avivamiento y del grupo Tsarach.

Una de las maravillas y señales recreadas en el drama, fue la liberación del endemoniado gadareno (Mt. 8.28-34; Lc. 8.26-39 y Marcos 5.1-20). Jesús tuvo misericordia de un hombre que había sido marginado por la sociedad, rechazado por muchos, y él mismo ya no tenía esperanza para sí. Pero aun en su condición, de la cual el enemigo trató de tomar ventaja, el poder de Cristo lo libertó. Otra de las escenas, narraba la historia del paralítico de Betesda (Juan 5: 1-18) el cual llevaba treinta y ocho años en esta condición, pero vino Jesús, para el cual nada es imposible, y le dijo: “Levántate, toma tu lecho, y anda.” (v. 8)

Así también se narraron otros prodigios y maravillas hechos por nuestro Señor Jesucristo, y lo que allí ocurrió en esta celebración de Viernes Santo, sin duda alguna fue de Dios. Más de 80 vidas aceptaron a Jesús como su salvador; varias vidas fueron tocadas y redargüidas por el Espíritu Santo de Dios. No se puede negar que, cuando el Señor quiere hacer algo, no hay nada que lo detenga.

Te invito a que continúes creyendo en ese poder victorioso de la cruz, en ese perfecto amor que hecha fuera todo temor. No te rindas, sigue caminando confiando en la palabra que Dios ha dicho para tu vida. Ven a la casa; él continúa esperándote.

 

Por: Lisandra Y. Rodríguez