La Navidad para muchos comienza con la historia de un bebé (Jesús) que nació en un establo en Belén, tierra de Israel; hace 2000 años. Su padre, llamado José, y su madre, María, fueron visitados individualmente por el ángel del Señor. La revelación al mundo, tras el poder de Dios manifestarse en María y revelársele a José, es parte de esta gran historia. Dice el ángel a María: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios”. A José a través de un sueño el ángel de Jehová le dice que tomará por esposa a María, ya que ella que ha concebido por obra de su Espíritu. Otro elemento de la historia: llegaron al establo los magos del Oriente, los pastores; estos fueron testigos del nacimiento de Jesús. Puedes encontrar la historia en el libro de Lucas capítulo 1. 26-40; capítulo 2. 2-17; Mateo capítulo 1.18-25, capítulo 2.

Debemos preguntarnos cuál es la historia detrás de la historia; su trasfondo, por qué sucedió todo esto.

Dice la Palabra en el evangelio de Juan 1. 1: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios”. O sea, ya Jesús existía antes de la Creación. También encontramos en Colosenses 1. 16: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.” En este versículo es demostrado que Jesucristo es la cabeza de todo porque Él creó todo el Universo. En Génesis 1. 26: Dios habla en plural “Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza.” Después de Dios crear al mundo, crea al hombre; sin pecado alguno. Les da a Adán y a Eva un lugar perfectamente creado para vivir, una lección de vida y con las condiciones perfectas para subsistir en el Huerto del Edén. Génesis 2. 16-17: “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto comerás; Más del árbol de ciencia del bien y del mal no comerás de él; porque el día que de él comieres, morirás.”

Vemos el poder que Dios le otorga al hombre de tomar decisiones, la capacidad de desear o rechazar lo bueno y lo malo habiéndolo conocido. Dios quería que le sirvieran con un corazón lleno de voluntad propia. “La palabra dice que el hombre natural no percibe las cosas del Espíritu de Dios”…. (1 Corintios 2:14). En Génesis 3, Adán y Eva desobedecen a Dios; violan su ley al comer del fruto prohibido. Por ende, caen en pecado y, tras ese pecado, toda la raza humana es maldecida. Por esto, toda persona que habita en este mundo es un pecador; somos partícipes del pecado de Adán.

Adán y Eva fueron expulsados del huerto y fueron castigados. Dios pudo determinar que el hombre mismo pagara con un precio aun más alto por su pecado, pero esta idea no era agradable para Él. En Génesis 3. 15 vemos que su amor y su misericordia para con el hombre es manifestado: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el calcañar.” Este versículo nos dice que habrá lucha entre el hombre y el que causó la caída (Satanás); “tú la herirás en el calcañar” se refiere a que Satanás intentará derrotar a Jesucristo durante su vida en la tierra, “Esta la herirá en la cabeza”; anuncia la derrota de Satanás cuando Jesucristo se levantó de la muerte.

Esta es la promesa de redención para el hombre. Dios reveló su plan y envió al Segundo de la Trinidad, su Hijo; enviado como hombre a la tierra a morir por el pecado de la humanidad. Juan 3. 16 “Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.” Jesús cargó con el pecado del mundo y vivió una vida en santidad en la tierra, sin embargo, fue juzgado como un criminal. Isaías 53. 4-5: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” Dios aceptó el sacrificio de Cristo, era la única manera en la que el humano podía ser redimido. El hombre nunca hubiese cumplido, ni llevado a cabo tal compromiso con Dios.

El propósito de Dios se cumplió. Por eso en esta Navidad regálale tu corazón a Jesús. Que a ese niño que nació, murió y resucitó puedas darle el valor que merece su sacrificio. Toda persona que confiese a Jesús como su salvador con su boca y crea en él; sus pecados y sus rebeliones, serán borrados, serán perdonados, y su nombre será escrito en el Libro de la Vida. Comprométete con Dios a llevar una vida íntegra para Él.

Por: Zaritza Santiago

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