“Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.” (Salmo 23:3)

Solo Dios puede sanar y darnos la libertad que nuestra alma necesita. Esto fue lo que pudimos recibir en la mañana del domingo 3 de abril. Nuestra pastora, Iris N. Torres, continuó con la serie de prédicas sobre el Salmo 23.

“Nadie puede cobrarte lo que Dios perdonó” dijo Torres. La culpa. Ese sentimiento que hace que nuestra alma se aflija, que nos trae dolor y desaliento. Culpa por el pasado, culpa por las decisiones erróneas que cometiste en tu humanidad. Culpa por pensamientos negativos que has dejado que se siembren en tu mente. Ésa culpabilidad que te perturba y te hace sufrir, Dios la venció.

Cuando Jehová es nuestro pastor, él borra nuestro pasado, y nos quitará la culpa. Pero así como él es justo para perdonar nuestros pecados, también debemos perdonar los de otros. En esta tierra abunda la imperfección, y no como cosa mala, sino porque somos humanos y fallamos. A veces herimos a amigos, otras veces a familiares. Y muchas de estas veces lo hacemos sin querer, pero bueno es Dios que nos ayuda a caminar rectamente en su justicia. Nos ayuda a ser portadores de su gloria, nos ayuda a traer honor a su nombre.
Él es verdadero en su palabra, y no permite que los problemas que lleguen a nuestras vidas nos derrumben.

No te avergüences de tu proceso, todos tenemos uno. No son nuestros errores los que nos definen, sino cómo manejamos el proceso para mejorarlos. Perdona, y sé perdonado. No es cosa fácil ver más allá del dolor, pero Dios siempre muestra su misericordia haciéndonos saber que es su amor todo lo que necesitamos. No permitas que el pasado te tormente, no dejes que tu vida se estanque por las cosas que no puedes cambiar. Acéptalo, acepta tus cicatrizes, y tus miedos. Pero mira hacia adelante, con esperanza de que algo grande y victorioso saldrá de ello.

Hoy haz la diferencia, y creéle a él. Dios no ha dejado de ser tu padre, él está esperándote.

“¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.” (Salmo 42:11)

 

Por: Lisandra Y. Rodríguez