En un ambiente de adoración dimos comienzo al Culto al Altísimo nocturno declarando que todo aquel familiar que no conoce al Señor lo hará durante este mes. Confiamos en la palabra que dijo Josué: «Mi casa y yo serviremos a Jehová». La porción a ser considerada para la exposición de la palabra se encuentra en Filipenses 3:13-14

«Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago; olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome lo que está delante, pródigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.«

Jehová reina y está sentado en el trono. La humanidad seguirá con el intento de cambiar las circunstancias. El ser humano más fuerte tratará de domar al más débil para cambiar su percepción. Se levantarán nuevas religiones para turbar a los neófitos en la fe. Pero hay uno que se despojó de todo lo que está en el cielo, que se hizo carne, entró en el vientre de una de sus criaturas, se humilló hasta lo sumo y se le dio un nombre sobre todo nombre. Él es el camino, una verdad y una vida. Esto se define como «unción» lo cual significa «estar consagrado», «separado para Dios»; no puede haber unción sin consagración. El día que confesamos a Cristo como Señor dejamos de ser nuestros dueños. Llegó el momento en el que el Señor es quien te ciñe. Habrá días duros, conflictos, Crisis y problemas, pero con Dios será más fácil vivirlos. La sangre que todavía da vida, la cual puede cambiar al más vil pecador en una persona transformada es unción. Cuando Dios entra en mi vida, la presencia de Dios entra y trabaja con mi familia. Dios no te separa físicamente, sino que te separa para él porque la luz no se pone debajo de la mesa, sino que la luz sale a la calle para decirle a otros que todavía hay esperanza y que Cristo salva.

Unción es certeza, convicción profunda de profesar al Dios que digo servir. Un ungido tiene sus propias experiencias y no depende de las de otros. Mi relación de Dios no sólo depende de experiencias porque, aunque todo parezca que no tiene solución, él ha prometido estar contigo todos los días de tu vida. La meta del hombre debe de ser el cielo, pero hay una comisión que cumplir. ¿Cuándo le hablaste de Cristo a alguien por última vez? El que no gane almas no podrá ir al cielo. Una persona ungida predica el evangelio y da por gracia lo que Dios le dio. Una persona ungida es una fortalecida con metas claras como le pasó a Job. Un ungido puede estar débil, drenado y cansado, pero nunca derrotado. Un ungido hace la diferencia; un ungido marca el lugar donde llega y transforma la gente que los rodea. Un ungido vive enamorado de Cristo, y ese amor no mengua. Un ungido cambia la vida diaria y esa unción no saldrá de él. Los llamados de Dios son irrevocables.

No importa dónde te encuentras o cuánto has perdido en tu relación con Dios, si te sientes incapaz de volver a tu principio, prosigue a la meta y al blanco. Habrá momentos que serás como Sansón, y otros, como Juan el Bautista en la cárcel preguntando dónde está Jesus. La unción del Espíritu Santo es para ser testigo, es para que le digas a otros lo que has visto y creído.

!Mi casa, es la casa de todos!