En la mañana del domingo 7 de agosto, continuamos con la serie de prédicas sobre José (Génesis 37). Con alegría recibimos la palabra del Señor en labios de nuestra pastora, Iris N. Torres. “Aunque muera el soñador, siempre el sueño se mantiene vivo”, mencionó.

El propósito que Dios tenía para la vida de José iba más allá que el mal deseo que sus hermanos tuvieran hacia él. En esta vida te encontrarás personas a las cuales no le gustará verte prosperar, ya que estas mismas personas han perdido sus sueños. Los hermanos de José eran cautivos espiritualmente, estaban atados a sus propios deseos y caprichos. Ellos no entendían la voluntad de Dios. Por eso Dios depositó en José su sueño. No porque sus hermanos no fueran aptos, sino que José tenía su espíritu libre, y su corazón sensible a la voz de Dios. Solo los que afinan su oído podrán entender cuál es el sueño de Dios para sus vidas, y estos irán tras él.

No dejes que tus circunstancias entierren tus sueños. Dios te hizo libre; sueña el sueño de Dios. Camina hacia el cumplimiento de lo que él determinó. Porque Dios depositó en ti los elementos que necesitas para que se haga tangible.

Si deseas saber cuál es el sueño de Dios para tu vida, hazle saber que te interesa escuchar su voz. Dile al Señor que su voluntad es más grande que tus deseos, y Dios te hará saber su sueño para tu vida. Tu obediencia hará que se cumpla en ti su voluntad, pues tu corazón estará acorde con el de Dios.

 

“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” (Jeremías 29: 11)