“El Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas en el principio”, dice la Biblia en el Libro de Génesis. Ese mismo Espíritu se movía sobre su iglesia en esta noche. Dios está sentado en el trono y su presencia es manifiesta en su pueblo. El culto al Altísimo nocturno dio comienzo de esta manera magistral, entonando alabanzas que subían al trono de Dios y que nos llenaron de gozo. La pastora Iris N. Torres Padilla dio un viaje a través del tiempo entonando coritos antiguos, los cuales nos hicieron recordar que Dios es el mismo ayer, hoy y por todos los siglos.
La exposición de la palabra fue tomada del Libro de Génesis para así terminar la serie de predicaciones sobre José. En esta noche la porción fue tomada específicamente del capítulo 39:21:
“Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia,
y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel.”
Siendo José un joven sale huyendo y escapa por su vida ante el acercamiento de la esposa de Potifar. Ella, quedando “herida”, contó la historia a su manera, Potifar le cree, enviando a José a la cárcel. Estando en la cárcel, Dios entra en el panorama nuevamente. Él está aun en medio de tu dolor, aflicción, afrenta, situación porque Él no dejará para siempre caído al justo. José, por tanto, cayó en gracia delante del jefe de la cárcel en aquel lugar.
José no entendía lo que ocurría porque era inocente, aun así, se mantuvo quieto, confiando, porque sabía que Jehová cumpliría su propósito en él. Dios no se limita a tiempo ni a espacio, por eso llegó al lugar donde estaba José, a la cárcel, al lugar donde estaban los presos de faraón. En aquel lugar había un copero y un panadero, ambos trabajadores del rey. Estos tuvieron un sueño y José los interpretó. Después de dos años, llegó el tiempo de Dios, se acordaron de José gracias a un sueño que tuvo faraón. Se olvidó el copero de José, quien había interpretado su sueño dos años antes, pero Dios no se había olvidado. Faraón llamó a los sabios y magos de Egipto para que interpretaran los sueños que lo habían perturbado. Nadie logró ayudar al Faraón. Ante el consejo del copero, Faraón mando a buscar a José.
¿Estás listo para que vengan a buscarte? ¿Estás acostumbrado a la crisis, que se te olvidó sonreir? ¿Quién está contigo? Ciertamente el Todopoderoso, el Adonai, el Jireh, el que Todo lo puede, el que es Grande. Ese mismo Dios le habló a José porque había una posición en el reino para el siervo del Altísimo. La impresión fue tanta que inmediatamente el Faraón se quitó el anillo y se lo entregó, colocándolo en la posición más alta en Egipto después de sí mismo. Seis horas antes estuvo en la cárcel, seis horas después ejerciendo la segunda posición más alta en el Mundo.
Jehová no olvida
MI casa, es la casa de TODOS
CONÉCTATE