Ante una nube de la presencia de Dios, la Iglesia levantó sus manos al cielo para declarar que Dios es Santo y Digno, abriendo nuestros labios y proclamando la grandeza de Dios. Dios está en medio nuestro y su Gloria fue puesta en manifiesto durante el momento de adoración por parte del ministerio Tsarach en nuestro Culto al Altísimo nocturno. La pastora Iris N. Torres Padilla dio comienzo a la exposición de la palabra de Dios tomando como referencia la porción del libro de Romanos 4:18 y Ezequiel 37.

“El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia.”  (Romanos 4:18)

“La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera. Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes.”  (Ezequiel 37:1-3)

Mientras Dios no te diga que ha terminado, nada está terminado, el que las cosas no estén saliendo como pensabas que iban a salir no quiere decir que Dios te ha abandonado. Dios está trabajando contigo y con el plan que tiene para ti y aunque no sea lo que quieras, el plan de Dios siempre es el mejor.

Ezequiel tiene como significado «Dios fortalece» y este hombre estaba cansado y frustrado porque la cosas no salían como él pensaba que saldrían. Dios llevó al profeta a un valle de huesos secos, le hizo caminar por todas las esquinas de ese valle y le recuerda su humanidad y la dependencia total de Dios y le pregunta si esos huesos podían volver a tener vida. Humanamente imposible, improbable científicamente y clínicamente difícil; pero Dios le ordenó que hablara en su nombre y no se enfocó en lo que veía sino que Jehová le ordenaba que vivieran. No hay hueso que no ceda ante la autoridad divina; ¿Cuál es tu valle de huesos secos? ¿Alguna crisis, problema o situación? Pero Dios te ordena a que te pares de frente y le ordenes que tomen vida los huesos secos que están delante.

1. Dios me llevó al valle – quien lleva al profeta al valle es Dios mismo. Aquel valle estaba lleno de planes no realizados, lleno de sueños rotos, llenos de frustraciones, quebrantos, planes no conclusos, divorcios, orfandad, prototipo de dolores, enfermedades; pero Dios te enfrentará a tu verdadera situación y a ti mismo. Él toma la iniciativa para encontrarse contigo porque también es Dios de los valles y las partes bajas (Marcos 9:1). Tú le sirves a un Dios que baja del trono y llega a tu casa. Cuando el profeta le contesta a Dios que sólo Él sabía si los huesos vivirían, aceptó la soberanía de Dios. Dios era el único que podía hacer lo que el profeta no podía porque para Dios no hay nada imposible y Él quiere que seamos partícipes de su poder.

2. Profetiza – háblale a tu problema, profetiza de parte de Dios y atrévete a exclamar delante de tu valle que tu redentor vive, porque tus huesos no están del todo secos, no hay nada que haya terminado. Hasta que él no te mande a buscar, sigue trabajando contigo porque Él es un Dios de esperanza contra esperanza. La obediencia a Dios es la clave, no se trata de entender lo que enfrentas sino que le dejes en las manos a Dios la solución.

3. Dios siempre dará una respuesta tu clamor, no sabemos lo que nos depara el futuro pero sí sabemos que está en las manos del Señor. Recuerda que Dios sí puede, él tiene un plan maestro para tu vida. Cuando pienses que no puedes y que todo ha terminado hay esperanza para el desesperanzado, ¿estás dispuesto a decirle a tu situación que hay esperanza?