Las pruebas en la escuela son incómodas. Hay silencio en el salón, y solo estas tú y tu hoja de preguntas o selección múltiple. Alrededor todo parece quieto. Lo bueno es que la maestra observa toda la clase en silencio y está atenta, muy atenta a si levantas la mano para atender tu pregunta, necesidad de aclaración o reclamo. Me gustaban los ambientes de evaluación cuando era pequeña, precisamente por tener a mi maestra pendiente de que yo hiciera las cosas bien en el examen, que yo haga tal cual ella me enseñó, y para eso «clavaba» su vista en mí, pendiente de mis decisiones.
Con Dios y sus pruebas siento lo mismo. Siento ese silencio de alrededor, a veces ensordecedor. Siento la soledad de tener «la hoja de preguntas» en frente y que nadie me ayude porque solo yo tengo que tomar decisiones y responder.
Pero lo mejor que siento es «la mirada clavada en mi» del maestro que espera a ver cómo respondo mis preguntas y qué decisión elijo, ¡aunque a veces necesite levantar la mano por auxilio!
Una promesa de Dios para las pruebas dice:
«Los ojos del SEÑOR están sobre los justos, y sus oídos atentos a su clamor» Salmos 42:15
El gozo en medio de situaciones dificiles viene de creer que la mirada del Maestro está puesta sobre nosotros.
Ayuda a tus niños a lograr lo mejor de sus capacidades y conocimientos en sus estudios laicos y de la Palabra de Dios.
Mi casa es la casa de todos
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