La Escuela Bíblica Dominical es un centro de información muy importante para los niños desarrollen su interés profundo en la búsqueda de la historia y palabra de Dios. La palabra nos exhorta a que “instruyas al niño en el camino de Dios y aunque fuere viejo no se apartara de ella” (Proverbios 22:6). A lo largo del camino de Dios, las dudas de sus niños son contestadas en base a su relación con el Señor Jesucristo. Además de la responsabilidad que tiene iglesia en su rol de formar espiritualmente a los niños, el hogar cumple con la función de establecer la responsabilidad y compromiso de conocer más a fondo a nuestro Redentor.  Por ello les invitamos hoy a educar a sus hijos en la Palabra de Dios, enseñándoles y discipulándolos desde su propia casa. Más que lo antes mencionado, el ejemplo de la vida diara es importante. En mi experiencia como asistente de maestra de 7-8 años, he podido identificar cuando un niño es educado en su hogar con la palabra desde temprana edad y estilo de vida de Dios.

Nosotros los maestros y asistentes, como Iglesia, tenemos también parte de la responsabilidad de crecimiento. Debemos buscar maneras de enfatizar la importancia, en la vida de sus hijos, de conocer y relacionarse con el Espíritu Santo de Dios. Dentro de mi experiencia, ha sido gratificante el ver el interés genuino en de los niños cada clase. Además, puedo ver en sus ojos la creatividad y la «película» que corre en sus mentes mientras le relatas una historia. Ver su motivación en cada participación que tienen durante la clase hace de la clase un encuentro de aprendizaje extraordinaro.  Son detalles como este que los maestros disfrutamos porque vemos en ellos los próximos líderes de nuestra iglesia y de nuestro país.

Por esto y por muchas cosas más, te exhorto a que si tienes hijos, los traigas a la casa del Señor, no solo en la escuela bíblica, sino en todas las ocasiones que te sean posibles. No hay un mejor lugar donde puedas desarrollar mejor a tu hijo, de forma sana y duradera, que en la iglesia. Recuerda que tus hijos son un regalo de Dios. Por ende, debes realizar un buen trabajo con ellos para que en un mañana, cuando ellos sean padres, ellos hagan lo mismo. Aprovecha esos regalos al máximo, para que cuando crezcan, puedan recordar e inclusive, contarles a sus hijos las cosas maravillosas que hicieron contigo. Vamos a crear líderes llenos de poder, unción, conocimiento y con autoridad de Cristo, para hacer un gran cambio en el mundo.