El pasado domingo 6 de marzo, nuestra pastora comenzó la primera parte de una serie de predicaciones sobre el Salmo 23.
“La palabra es medicina a nuestro cuerpo”, dijo nuestra pastora Iris N. Torres. “Jehová es mi pastor; nada me faltará.” Dice Jehová es MI pastor, así que en esa oración encontramos un sentido de pertenencia que nos deja saber que el Señor es nuestro proveedor.
En este salmo encontramos las causas más grandes de la tensión o preocupación, pero así como encontramos las causas de la ansiedad, también encontramos las soluciones a ellas. Para esto, necesitas conocer al que te ama con amor eterno: Dios. Tu pastor, tu proveedor, tu solución, tu protector, tu guía, tu verdad y tu padre. Él procurará que nada te falte, y en los momentos que te descarriles, con amor te corregirá.
Dios quiere ser el primero en mando, porque si esto no sucede, podríamos ceder siempre a emociones, convertiéndonos en gente irracional, y Dios no nos creó para eso. La preocupación no funciona, y aunque parezca difícil entender que preocuparnos no sirve de nada, tenemos que creerlo. “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.” (Mateo 6:34) Vive un día a la vez, no hay prisa.
¿Sabes cuál es la raíz de la preocupación? Es el miedo a perder el control, miedo a no saber qué hacer. Pero, ¿quién te dijo que tú tenías que tener el control de absolutamente todo en tu vida? ¿Acaso Dios no es quien se encarga de mantener todo en orden? Cuando dudas que Dios puede hacerlo, pones en juicio el carácter de Dios, y lo haces mentiroso. “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” (Números 23: 19)
El Señor no te obliga; tú decides quién está en control. Ora por todo aquello que te preocupa: tus inseguridades, tus miedos, tus tristezas y penas. Hazte amigo de él. El Señor, tu Dios, está esperando por ti. La oración lo cambia todo, y la realidad es que Dios sí es más grande que tu preocupación. “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.” (1 Pedro 5:7)
Recuerda que la preocupación no cambia nada, la oración sí.
Acércate, él te está esperando. No para juzgarte, ni señalarte, sino para amarte.
Por: Lisandra Y. Rodríguez
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