Muchos podemos pensar que tendremos larga vida porque quizás no usamos drogas, no bebemos alcohol, no pasamos malas noches, no hacemos cosas malas, entre otras. La vida cuelga de un hilo que en cualquier momento se te puede arrebatar. Afortunadamente, el único que determina la duración de la misma es Dios. Él, en su eterna misericordia, nos da oportunidades para vivir una vida plena y feliz, pero a veces nosotros mismos nos afligimos ya sea por el trabajo, escuela, amistades, familiares pasando por circunstancias difíciles, o el estrés del vivir diario. No mirando que Dios es más grande que nuestro problema o circunstancia, que solo él nos puede dar vida abundante, paz y tranquilidad.

Probablemente nos sintamos solos en algunos casos, pero recuerda que Dios no da cargas que no podamos llevar y muchas veces son pruebas para subir de escalón para así cada vez estar más cerca de su gloria y alcanzar la vida eterna. En Romanos 8: 28-31 dice: «28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. 29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. 31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?»

Nosotros somos más que vencedores y, además, tenemos al Todopoderoso de nuestro lado, por lo tanto, no hay porqué sentirnos solos o afligidos. Simplemente, hay que dar gracias a Él porque nos eligió primero, porque vio posibilidad en nosotros y somos linaje escogido. Somos más que privilegiados y por eso debemos llevar una vida conforme al corazón de Dios y procurar cada día dejar la huella del evangelio como Jesús la dejó cuando vino a la tierra.