El grupo de adoración Tsarach dio comienzo al Culto al Altísitmo entonando alabanzas a nuestro Dios. ¡Qué hermoso es adorar al Señor! Verdaderamente Él es digno de toda la gloria y toda la honra, por su gran misericordia y su gran amor.

La zarza que se encontró Moisés curiosamente no se consumía, comenzó explicando el predicador Ezequiel Colón. «Esto yo tengo que verlo de cerca», seguramente pensó Moisés. Este es el año en el que que Dios te dice: «Acércate. Acércate al  fuego». Dios se percató que Moisés se acercaba a su presencia. Lo llamó por su nombre. «Detente. La tierra que estás pisando es una tierra santa», le dijo Dios. Moisés tenía muchas cosas que cambiar; muchas costumbres de Egipto, a las cuales posiblemente se había aferrado. Pero de ese día en adelante, las reglas cambiaron; la vida de Moisés iba a cambiar totalmente. Lo que le era permitido, ya no le sería permitido. Ya el Espíritu está comenzando a tratar contigo como comenzó a trabajar en Moisés en ese momento. Lo que acostumbrabas a hacer, ya no quieres hacer y donde frecuentabas ya no quieres frecuentar.

«Quítate las sandalias», le ordenó Dios. Las sandalias representaban sus obras. Para disfrutar el fuego que vas a experimentar ahora es necesario que cambies lo que haces. «Donde Dios está, está la eternidad, porque Él es la eternidad». Aquel evento era un evento divino. Nada natural podía entrar ahí. Este no es cualquier año. Este año es de alturas con Él, y nos llevará a lugares que no habíamos ido. Desde hoy comenzarás a ver cosas nuevas. No hay ser humano que pueda santificarse a sí mismo. Esto no es por obras. El que santifica es Él. Cuando te acercas al fuego, las tinieblas se van.

«Yo te invito en esta noche a que te acerques al fuego». Los jóvenes hebreos, hombres extraordinarios, hombres de fe, dijeron: «me libre o no me libre, no adoraré la estatua». Ellos sabían al Dios al que le servían. Cuando los echaron apareció un cuarto hombre, semejante a un «hijo de los dioses». Cuando fueron sacados, las ataduras fueron las únicas que perecieron. Cuando te echen al fuego, las ataduras serán quemadas. El fuego de Dios es uno que seduce. No hay arma forjada que contra ti prospere, siempre y cuando estés en el fuego. El fuego es prototipo de la presencia de Dios.

«Déjate seducir por el fuego.Te conviene, y nos conviene a todos. Hay grandes beneficios al entrar en esa presencia», finalizó. Ocurrirán cosas nuevas, cosas sin precedentes.

 

Mi casa es la casa de todos